Con una trayectoria que abarca desde el sector inmobiliario hasta la política, Donald Trump ha construido una de las figuras públicas más controvertidas de Estados Unidos. Este empresario, conocido por su estilo directo y opiniones divisivas, vuelve a ocupar el centro de la política como nuevo presidente de EE. UU. Su vida está marcada por éxitos, caídas financieras y cambios ideológicos notables: alguna vez fue demócrata y, con el tiempo, se convirtió en uno de los líderes más influyentes del Partido Republicano.
Desde sus primeros años como heredero de una empresa familiar hasta su ascenso como líder conservador, Trump ha enfrentado bancarrotas y críticas constantes. Sus posiciones sobre temas delicados como el aborto han evolucionado, y su conocida aversión a saludar de mano revela aspectos singulares de su personalidad. Esta historia explora algunos de los momentos y facetas menos conocidas que definen al polémico mandatario.
Donald Trump comenzó su camino en el mundo de los negocios bajo la influencia de su padre, Fred Trump, un exitoso desarrollador inmobiliario de Nueva York. Donald se unió a la empresa familiar, Elizabeth Trump & Son, en 1968, después de graduarse de la Escuela Wharton de Negocios de la Universidad de Pensilvania. Apenas tres años después, en 1971, asumió el control de la compañía, a la que renombró como Trump Organization. Desde entonces, su objetivo fue ambicioso: expandir el legado familiar y construir un imperio propio.
Bajo su dirección, Trump Organization diversificó sus operaciones hacia proyectos de alto perfil en Nueva York, incluyendo rascacielos, casinos y hoteles de lujo. Su enfoque en el desarrollo inmobiliario y su habilidad para aprovechar la publicidad le dieron notoriedad en la prensa, convirtiéndolo en una figura constante en los tabloides. Con el tiempo, Trump se convirtió en símbolo del estilo de vida de lujo en Manhattan, aunque su éxito también lo llevó a enfrentar desafíos financieros considerables en los años posteriores.
Pese a la imagen de éxito que cultivó, Trump también enfrentó fracasos empresariales significativos. Entre 1991 y 2009, seis de sus empresas, principalmente casinos y hoteles, se declararon en bancarrota, incluyendo el famoso Trump Taj Mahal en Atlantic City, el Plaza Hotel en Nueva York, y Trump Entertainment Resorts. Estas bancarrotas fueron resultado de deudas acumuladas que superaban la capacidad de pago de sus empresas.
En 1992, cuando varios de sus negocios enfrentaban una crisis, Trump llegó a un acuerdo con sus acreedores para evitar una quiebra personal, cediendo activos como su yate de lujo y su participación en el hotel Grand Hyatt. Su habilidad para negociar con los bancos y salir de estas crisis lo consolidó como un “superviviente” en el ámbito empresarial, aunque su imagen de empresario exitoso se vio cuestionada por estos episodios financieros. A lo largo de los años, sus controversias financieras han seguido alimentando la discusión pública sobre su estilo de liderazgo y su capacidad para administrar recursos.
La afiliación política de Donald Trump ha sido tan volátil como su trayectoria empresarial. Aunque hoy es identificado como un líder republicano, Trump no siempre perteneció a este partido. Entre 2001 y 2009, estuvo inscrito como miembro del Partido Demócrata en Nueva York. Además, en el año 2000 intentó buscar la nominación presidencial del Partido Reformista, una organización minoritaria de Estados Unidos. Sin embargo, abandonó su candidatura debido a conflictos internos en el partido.
Su cambio hacia el Partido Republicano comenzó a manifestarse a inicios de la década de 2010, cuando adoptó posturas más conservadoras en temas de economía, inmigración y justicia social. Este viraje le permitió captar el apoyo de sectores conservadores y eventualmente lo catapultó como candidato a la presidencia. Su transformación política es vista por algunos como un reflejo de su pragmatismo, mientras que sus críticos lo interpretan como una estrategia para ganar popularidad y consolidarse en el poder.
La postura de Donald Trump sobre el aborto ha variado a lo largo de los años, pasando de ser partidario de la libertad de elección a abanderar una postura antiaborto. En 1999, durante una entrevista en el programa Meet the Press de NBC, Trump afirmó ser “muy partidario de la libertad de elección”, una declaración que coincidía con la tendencia demócrata de aquella época. Sin embargo, a partir de 2011, su posición cambió drásticamente cuando expresó públicamente que era “pro-vida” en un evento de la Conferencia de Acción Política Conservadora.
Durante su presidencia (2017-2021), Trump defendió políticas restrictivas en torno al aborto, apoyando la prohibición de esta práctica a partir de las 20 semanas de gestación y designando jueces conservadores en la Corte Suprema. Este cambio de postura consolidó su imagen como un líder conservador y reforzó su apoyo entre votantes republicanos, aunque fue criticado por quienes consideraban este giro como una maniobra política. Su actual campaña presidencial mantiene una postura conservadora, argumentando que la regulación del aborto debe quedar en manos de cada estado.
