Una extensa acumulación de desechos, conocida como isla de basura, está ganando tamaño y visibilidad en el océano Pacífico. Este fenómeno, que ha llegado a una dimensión comparable al tamaño de México, representa una amenaza creciente para los ecosistemas marinos, la pesca y las economías costeras de países como Perú y Chile. Este fenómeno, formado principalmente por residuos plásticos, se encuentra desplazándose en una de las corrientes oceánicas más importantes del mundo, y su impacto en la biodiversidad marina podría ser irreversible si no se toman medidas inmediatas.
La isla de basura que flota frente a las costas de Perú y Chile cubre aproximadamente 2.6 millones de kilómetros cuadrados. Este tamaño es cercano al doble de la extensión territorial de Perú y se asemeja a la superficie de México. Fue descubierta en 2017 por Algalita Marine Research and Education, una organización especializada en la educación ambiental y prevención de la contaminación plástica.
Esta enorme isla de basura contiene principalmente plásticos de un solo uso como botellas, bolsas, envases de alimentos y microplásticos, fragmentos diminutos generados por la degradación de objetos plásticos. Estos residuos provienen de diversas fuentes, incluyendo industrias, uso doméstico y pérdida de equipos de pesca. La mayoría de estos materiales son difíciles de descomponer y persisten en el ecosistema marino, dañando especies al ser ingeridos o provocar enredos.
Los microplásticos son partículas de plástico menores de 5 mm, provenientes de productos de consumo cotidiano como prendas de vestir, cosméticos y envases. Su pequeño tamaño permite que los animales marinos los confundan con alimento, lo cual lleva a una acumulación de toxinas en sus organismos.
Según el Ministerio del Ambiente (Minam), en Perú se genera un aproximado de 1.2 millones de toneladas de residuos plásticos al año, de las cuales solo el 10 % es reciclado adecuadamente. Lima y Callao representan el 46 % del total de residuos plásticos del país, y una gran parte termina en el mar a través de ríos y desagües.
En 2018, Perú aprobó la Ley N.º 30884 para regular el uso de plásticos de un solo uso, promoviendo el uso de alternativas biodegradables y estableciendo prohibiciones para ciertos plásticos, como el tecnopor.
Sin embargo, para Carmen Heck, abogada especializada en derecho pesquero, ambiental y de recursos naturales, "la implementación de esta ley no ha sido lo rápida y lo eficiente que debería haber sido (...), La ley, por ejemplo, te establece que están prohibidas las bolsas o los utensilios descartables de plástico que no sean biodegradables o reciclables o reutilizables, pero entonces tú necesitas una norma técnica que te establezca, cuáles son las características específicas que (…) deben tener para poder decir que efectivamente son biodegradables (…). Entonces, sin estos reglamentos técnicos, sin que haya digamos una claridad respecto a cuáles son las especificaciones que debe tener ese tipo de productos, para así poder ingresar al mercado y cuáles son los que quedan, expresó la directora de Políticas de Oceana en Perú, en una entrevista con La República.
El Ministerio del Ambiente (MINAM) lanzó la campaña "Menos Plástico, Más Vida", que busca educar a la población sobre los impactos negativos del plástico en el medio ambiente y fomentar prácticas sostenibles, como el uso de bolsas reutilizables y la reducción de plásticos de un solo uso.
Por su lado, con sede también en Perú, Oceana, la organización internacional dedicada exclusivamente a proteger los océanos del mundo, lanzó una campaña sobre la contaminación por microplásticos, desarrollada junto a Zavalita Brand Building y Makaco Post, usando inteligencia artificial para resaltar la belleza marina y la urgencia de proteger los océanos.