Allí llegaríamos, Andrés, Ángel, Chupo, Enrique, Ernesto, Fernando, Nacho, Santi y Luis Ángel.
No se presagiaba nada bueno por las condiciones meteorológicas y al llegar a Ochagavía, donde nos alojaríamos, la lluvia intensa y el rio Salazar, prácticamente desbordado, nos decía que el sábado, primer día para nuestras rutas del fin de semana, sería muy complicado.
Aun así, la cena de ese viernes, primer acto del cumpleaños de Andrés durante el fin de semana, discurría con un inmejorable ambiente y las esperanzas de poder montar a la mañana siguiente seguían intactas.
Y
llego el sábado. Llovía como en los peores
días y aunque algunos decidimos no salir, otros si lo hicieron. Las
condiciones eran dificilísimas y los más decididos, con terreno y meteorología
absolutamente adversa, salieron, aunque pudieron completar solo 20-25
kilómetros de los 60 previstos.
A
pesar de todo, y con el imprevisto de no haber podido montar, decidimos comer
juntos en una magnifica sidrería de la localidad anteriormente mencionada.
Puedo
decir, y no me equivoco, que esa comida fue la piedra angular del viaje del fin
de semana. El ambiente y la alegría de poder compartir
momentos más allá de la bici y de las rutas, fue lo mejor. Con
una sobremesa interminable, convinimos todos que, en el binomio de la bici y
amistad, esto segundo es muchísimo más importante.
No
poder montar no nos separó nada del ánimo de ese fin de semana, estar con los
amigos y por supuesto con Andrés que tan ilusionado estaba con este fin de
semana.
Las previsiones para el domingo eran mejores y con buen tiempo, y estábamos seguros de que saldríamos. Eso nos hizo que nuestra tarde fuera aún mucho más esperanzadora.
Y
llego el domingo. Un día espléndido nos haría
desplazarnos en coche hasta el corazón de la Selva de Irati. Y
este domingo sería más especial si cabe por ser el mismo día en que nuestro
amigo Andrés celebraba su cumpleaños como más le gusta a él y siempre ha
demostrado: montando en bici junto a sus amigos.
Una
jornada, una más, inolvidable, donde lo que más importaba era lo de siempre
disfrutar de la bici, del entorno y sobre todo de los amigos. Podríamos
decir aquello de que “esa ruta ya no nos la cuentan”, pero yo añadiría algo más
importante, “esa jornada ya no nos la quitan”. No
había más que ver al final la alegría y los abrazos por haber completado un día
tan esplendido.
La
vuelta a nuestras casas fue larga, muchos kilómetros y horas con lluvia y
cansados no hizo más que reforzar el entusiasmo y las ganas que pusimos en este
desplazamiento.
Una vez más Felicidades Andrés y gracias por un fin de semana inolvidable donde la ruta fue una maravilla, pero el compartir contigo y con vosotros tantas horas fue lo mejor de estos tres días.
Nos
vemos en la siguiente. Yo desde luego no me la
pierdo.