Noche cerrada sobre Madrid. Apenas se distingue la silueta de las torres que, durante el día, dan la bienvenida al norte de la Castellana. Cinco pedazo de moles de hormigón y vidrio prácticamente a oscuras, sin nada aparentemente extraño. En un momento dado, se enciende en una de ellas una intensa luz de color verde. Se trata nada menos que de la capilla más alta de Europa, situada a más de 100 metros de altura en la Torre Emperador Castellana. Pero, ¿quién decidió ubicarla allí? Situado en el número 259 D del Paseo de la Castellana, este pequeño centro religioso de tan solo 75 metros cuadrados fue consagrado el 3 de febrero de 2010 por el cardenal arzobispo Antonio María Rouco Varela. Es un espacio modesto, diseñado para la oración y la reflexión, con capacidad para 25 personas . El mobiliario es sencillo, compuesto por unos pocos bancos, un altar, un par de reclinatorios, el sagrario, y representaciones de la Virgen y de Cristo crucificado. El acceso a la capilla y a las ceremonias religiosas es exclusivo para los usuarios y empleados de la Torre Emperador Castellana. Las misas se celebran a las 8.00 horas tres días a la semana. Más allá de la eucaristía, no se celebran otras celebraciones religiosas, como bodas o bautizos. Sin embargo, sí se han dedicado misas en recuerdo de personas fallecidas a petición de los trabajadores de la Torre. Sin duda, uno de los aspectos más característicos de la capilla es la mencionada luz verde que la anuncia, como si de un faro se tratara. La luz es visible desde el exterior. Manuel Sánchez, párroco de María Inmaculada y responsable de la capellanía, tuvo que pedir un permiso especial a AENA para poder instalarla. No es la única capilla ubicada en un entorno corporativo. Tanto la sede de Telefónica en Las Tablas como las oficinas del Banco Santander disponen de oratorios para que sus empleados puedan rezar.