Si Maggie Smith levantase la cabeza y viera que, tras su reciente muerte, la mayoría la recuerda sobre todo por lo del tema «Harry Potter», estoy segura de que se tomaba un té con pastas a las cinco en punto de la tarde, claro, y tranquilamente se volvía a morir. Sí, la coprotagonista de «Una habitación con vistas» (James Ivory, 1985), «Parque Gosford» (Robert Altman, 2001) y la maravillosa serie «Downton Abbey», una gran dama del teatro clásico inglés, por otra parte, fue algo más que la bruja Minerva McGonagall, la profesora de transformaciones de la Escuela de Magia y Hechicería en la saga del niño con la varita; de hecho, la intérprete obtuvo dos Oscar –fue por «Los mejores años de Miss Brodie», como protagonista en 1970, y «California Suite», a la mejor secundaria en 1979) durante su carrera.
Y ahora aterriza en la gran pantalla su despedida, el último papel que interpretó para esta película pequeña, emocionante, olvidable, en la que, sin embargo, vuelve a brillar con luz propia, vigorosa y enternecedora como madre de un chico que murió ahogado con 19 años. Ballyfermot, Irlanda, 1960, hasta una comunidad situada a las afueras de Dublín que sigue el propio ritmo rutinario de los ciudadanos que la habitan arraigados en añejas tradiciones de lealtad, fe, unión, algunas pintas, muchas, de cerveza y ciertos secretos y mentiras aún por descubrir, llega la hija de una mujer recién fallecida aunque a las antiguas amigas de «la forastera» les haga maldita la gracia.
Unas mujeres a las que parece que solamente les hace ilusión una cosa en la vida: olvidar esa inoportuna visita y peregrinar a la sagrada ciudad francesa de Lourdes en busca de un milagro para escapar de unas existencias grises y rutinarias. Hay otros alicientes en «El club de los milagros», como las asimismo siempre edificantes presencias de Kay Bates y Stephen Rea, pero, en el fondo, volvemos a lo mismo: los grandes en el cine suelen siempre despedirse con películas en voz baja, como casi en pequeñito.
Lo mejor:
Su reparto, formado por grandes actrices, y no solo hablamos de Maggie Smith
Lo peor:
Se trata de una película modesta, pequeñita, que no puede ni quiere dar más de sí