El cantautor madrileño ha grabado sus canciones más emblemáticas junto a una orquesta sinfónica en Buenos Aires. El próximo 21 de febrero arrancará su nueva gira en el WiZink Center de Madrid
Amaia Montero, tras la salida de Leire Martínez de La Oreja de Van Gogh: “Ni yo ni nadie del grupo ha dicho que vaya a volver”
Ismael Serrano ha reunido las canciones más emblemáticas de su carrera en Sinfónico, un álbum que ha producido y grabado junto a su director musical habitual, Jacob Sureda, junto a 40 músicos en Buenos Aires. Los temas elegidos son Sucede que a veces, Ana, La llamada, Ven, Si se callase el ruido, Sin ti a mi lado, Vértigo, Estaré ahí, Cállate y baila, Ahora que te encuentro y Papá, cuéntame otra vez.
El disco es un recorrido por su carrera, que el propio artista define como “los mismos acordes, pero siendo quizás otras personas. Alguna vieja canción habla de aquellos viajes que traen a otros vistiendo a nuestros cuerpos”. “Algo de eso tiene esta aventura. Somos los mismos, pero también otros. Fruto del aprendizaje, de las celebraciones y de las penas vividas: de alguna manera, todas dejan cicatrices”.
Sinfónico es un trabajo discográfico que mira al pasado, pero Serrano pone con él la vista en el futuro, y lo deja claro en el mensaje con el que acompaña su lanzamiento: “Ojalá vuestro viaje sea como el mío, lleno de recuerdos compartidos, con la certeza de que aún es tiempo de brindar, de que vendrán nuevos versos para ahuyentar el vértigo de estos días inciertos”.
El álbum incluye un nuevo sencillo, Recuerdo, que reza en una de sus estrofas: “Antes de rendirnos, fuimos eternos”. “Escribimos canciones para sobrellevar la derrota, para tratar de encontrar algo de belleza entre el escombro, para sentirnos acompañados”, explicó sobre él en sus redes sociales. El cantautor saldrá de gira acompañado de orquesta sinfónica a partir del próximo 21 de febrero, donde iniciará el tour en el WiZink Center de Madrid.
Sinfónico llega un año después que su décimo y último disco de estudio hasta la fecha, La canción de nuestra vida, que incluyó desde una oda al amor propio y unos cuantos tirones de oreja tanto a la izquierda como a la derecha; a reflexiones sobre el paso del tiempo y una potente reivindicación de la necesidad de saber ganar.
