La muerte a manos del ejército de Israel del líder de Hamás, Yahya Sinwar, va a alterar de nuevo el delicado tablero de Oriente Medio. Y, como ocurre siempre, puede hacerlo en cualquier dirección, bien para remover aún más las piezas, como si uno de los jugadores hubiera dado un golpe en la mesa (que de hecho es lo que ha ocurrido) o bien para que, en un giro imprevisto de guion, la partida entre en una nueva fase que acerque a un final feliz.
Todos los escenarios, ciertamente, están abiertos, y los expertos se emplearán estos días para escudriñar lo que esconde una bola de cristal que casi nunca se ha comportado como se esperaba de ella. Estos son los tres escenarios posibles que se abren ahora en la región:
Empecemos viendo el vaso medio lleno. La muerte de Sinwar, que había torpedeado varios intentos de negociación en los últimos meses, podría desmoralizar a los combatientes que aún resistían con la esperanza de que su líder tuviera una salida a la crisis. Su asesinato es el último de un goteo incesantes de terroristas caídos por la implacable maquinaria militar israelí, que va mucho más allá de la muerte en verano del anterior líder Ismail Haniye y en septiembre del jefe de Hizbulá, Hasán Nasrala. Más allá de los discursos oficiales, la moral está por los suelos.
Desde el otro lado, Israel puede vender la muerte de Sinwar como la consecución de un objetivo militar que permite abrir la puerta a una negociación. Esta muerte representa, según las declaraciones del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, "el principio del fin" de la guerra en ese territorio. No obstante, sigue sin estar claro cómo la eliminación de Sinwar, a quien se le atribuía una gran influencia sobre las operaciones de Hamás, podría traducirse en la consecución de los objetivos estratégicos de Israel: desmantelar a Hamás y recuperar a los rehenes.
Esta posible oportunidad diplomática, especialmente en el Líbano, podría verse favorecida si Hizbolá acepta las condiciones de Israel. La Casa Blanca trabaja intensamente para evitar que el conflicto se expanda, especialmente tras el ataque con misiles balísticos de Irán, que aún no ha sido respondido por Israel. La administración Biden, con miras a evitar un impacto electoral negativo, busca una resolución que estabilice la región y que permita a Netanyahu capitalizar los avances militares sin una escalada mayor, según el análisis que este viernes hace el periódico The Times of Israel.
En paralelo, Hezbolá se ha reagrupar en el Líbano y ha aumentado el uso de drones y misiles de precisión, una táctica que resalta su creciente capacidad militar. A pesar de haber sufrido golpes severos, el grupo chií ha logrado frenar el avance israelí con tácticas de guerrilla efectivas y ataques coordinados, lo que dificulta los planes israelíes de avanzar hacia una resolución rápida del conflicto. Según fuentes del Times of Israel, Israel está ahora ante una encrucijada: intensificar su campaña militar en Gaza para aprovechar el vacío de liderazgo dejado por Sinwar, o tratar de consolidar sus logros en Líbano y buscar una salida diplomática, en parte mediada por Estados Unidos.
Un segundo escenario, mucho más pesimista, lleva a pensar que la lógica de acción-reacción de Oriente Medio causará un nuevo aumento de los enfrentamientos. El comunicado que ha hecho público esta madrugada Hizbulá invita a ello.
La milicia libanesa ha anunciado una "nueva fase de escalada" en la confrontación contra Israel, "que se verá reflejada en el desarrollo de eventos de los próximos días".
A través de un comunicado enviado de madrugada, en el que no hacen mención a la muerte del líder de Hamás, Yahya Sinwar, Hizbulá hizo un balance de lo logrado en su opinión en el enfrentamiento contra Israel, que según lo detallado, ha desplegado cinco divisiones militares con más de 70.000 efectivos en su operación terrestre en Líbano.
Ahora, según las directivas de la cúpula de Hizbulá, el grupo se prepara para "una transición a una nueva fase de escalada en la confrontación con el enemigo israelí, que se verá reflejada en el desarrollo de eventos de los próximos días", acaba el comunicado.
Al tercer escenario posible se apuntan los más pesimistas. Con Hamás y Hizbulá contra las cuerdas, el ejército de Israel tiene vía libre para entrar hasta el fondo de Líbano y Gaza dentro de la lógica militar que apunta a que, cuando el enemigo está herido de muerte, hay que darle la puntilla.
Los expertos hablan de una operación terrestre urgente en Líbano, antes de que el invierno haga más difícil el paso de los blindados por suelo libanés, y de una intensificación de los ataques contra la milicia chií.
En esta lógica, Israel puede entender que es el momento para responder al último ataque de Irán, un escenario contra el que trabaja Washington con denuedo en una combinación de presión diplomática y conversaciones en la sombra. Esta posibilidad abriría de nuevo la puerta a una guerra abierta en Oriente Medio entre las dos grandes potencias, una posibilidad que desde Teherán se ha ido calentando en los últimos días, incluida esta misma madrugada con la reacción a la muerte de Sinwar.
Todo lo que no sea entrar en el primero de estos tres supuestos será, sin duda, una mala noticia. Una más.