Las demandas alzadas durante el estallido social del 18 de octubre del 2019 no se canalizaron solo en pancartas. Canciones, intervenciones artísticas y una serie de reflexiones literarias también fueron parte de los convulsionados meses de protestas que se llevaron a cabo en todo el país, alzando al arte como otro de los grandes protagonistas de la escena.
Realidad que, más allá de las galerías, los teatros y los libros, se hizo palpable a lo largo y ancho de las avenidas que fueron escenario de las múltiples manifestaciones registradas durante esos días, incluyendo la masiva marcha realizada el 25 de octubre del mismo año.
Es en ese contexto que recogimos una serie de reflexiones que, durante los últimos meses, fueron compartidas por varios artistas en diferentes conversaciones con Radio y Diario Universidad de Chile, y que dejan de manifiesto sus propias visiones de lo sucedido el 2019. Esto, a cinco años de uno de los períodos de efervescencia social y ciudadana más grandes de los últimos tiempos.
La canción es parte del disco “Redolés Lavanda”. Habla del estallido social y cómo este no parte con la clase obrera, los empleados públicos ni con los profesores, sino que con las niñas que tienen 13, 14 años y que empiezan a saltar torniquetes. Y así generan la mayor revuelta social que ha habido en Chile desde 1973. O sea, en 50 años.
Y después la derecha se encarga de esconderlo, de taparlo, de dejarlo de ‘octubrismo’, cuando, en realidad, fue un momento de despertar, de mirarnos las caras y decir ‘estos somos y aquí estamos’. Lamentablemente fue enterrado por los medios de comunicación de masas. Y también, valga la pena decirlo, por el Frente Amplio y el Partido Comunista (PC).
El Frente Amplio yendo en noviembre a firmar ese compromiso y el Partido Comunista subiéndose después al Gobierno de Boric, aguantando todo lo que le digan. Hoy molestan al PC porque ha estado con una posición que no es la oficial con respecto a Venezuela y tiene que acostumbrarse a que lo fustiguen permanentemente, porque es un arrendatario de La Moneda. No es un dueño. Ellos arriendan una pieza, no más. Y entonces, si se demoran en pagar la pieza, se la piden de vuelta. Es lamentable, pero así es.
Todo eso lleva a un descreimiento de la gente en los partidos políticos. Eso es muy nocivo porque el caldo de cultivo del fascismo es descreer en la política, tener una campaña anti partidos políticos feroz, como la que existió en tiempos de la Unidad Popular y que llevó al fascismo de Pinochet, y eso es peligroso. La política es una actividad noble si se ejerce noblemente.
Hace un tiempo escribí un artículo, una crónica con una crítica al Frente Amplio y el Partido Comunista, que en un momento decían ‘perdimos la Nueva Constitución porque la gente se equivocó’. Por lo tanto, qué, ¿cambiamos a la gente? No, ustedes se equivocaron. La equivocación fue de los partidos, del movimiento político. No podemos culpar a las masas, sobre todo a masas que estaban sin conducción.
Alguien me podría decir ‘no, pero es que eso es lo ideal, que las masas no tengan conducción’, y no, eso lleva el fracaso. Siempre es necesario que haya una conducción de los movimientos, una vanguardia, una especie de orientación general, que no significa una orientación porque el resto son una masa de estúpidos, sino que implica una orientación que las mismas masas se pueden dar, pero en instancias sociales o políticas concretas, con dirigentes, con nombres, con caras, que digan ‘hagamos esto, hagamos esto otro’.
Yo digo, ¿qué habría pasado si el pueblo hubiera estado organizado y detienen al lumpen que desató la violencia en el estallido? Habría habido menos argumento para denostar el así llamado ‘octubrismo’ y la violencia. Ahora hacen estas campañas con el ridículo del pelado Gnecco sobre la Fuente Alemana, como si eso fuera muy importante.
En un sentido estrictamente político y con respecto a mi ser ciudadano-votante, he decidido votar nulo para siempre. Ya no creo en ningún proyecto. No creo que uno sea distinto al otro. En verdad, creo que da lo mismo. Igual no lo vamos a lograr.
Porque, según los sociólogos, estas revoluciones o despertares sociales se dan cada 150 años en las sociedades. Tuvimos nuestra ventana y se cerró. Esto yo no lo voy a ver en vida, quizás mi hijo cuando sea viejo, no sé. Creo que ha sido una vuelta lamentable al individualismo. El triunfo del modelo neoliberal gringo en todos los sentidos. Tengo hartos hermanos adolescentes y veo que hay un imaginario que está perdido.
Y ahora, la forma de afrontar el arte que nos importa es volcándose hacia el interior. En mi vida privada, personal, mi vida conmigo misma, estoy muy bien porque he vuelto a descubrir ciertas cosas relacionadas con la magia. A mí me importa mucho que la vida tenga una dimensión donde no sea todo materia sólida. Estoy súper feliz con el disco que estoy haciendo y que va a salir pronto.
Con mi pareja, con mi hijo. Estoy súper feliz en mi casa. Sintiendo que me está yendo bien. Estoy tranquila y me siento como en un momento expansivo en lo personal. Obviamente con crisis, pero pudiendo manejarlas y enfrentarlas, no evadirlas. De buena manera.
Voy a cumplir 40 el próximo año. Estoy en un buen momento porque ya maduré. Y también en lo colectivo, las amigas, los amigos, los grupos de personas con los que uno sintoniza. Pero a nivel social-político, no sé. Creo que, ahora, el foco para mí es hablar de Palestina y que la gente sepa lo que está pasando, porque me da la impresión de que hay mucha desinformación en el grueso de las personas. Y ahí creo que hay una cosa terrible.
Por eso, mi mente se volcó hacia ese dolor, que no es lo que ocurre aquí, principalmente. Y con lo que pasa acá, es simplemente una cosa como de hastío. Y del hastío no se vuelve jamás.
Yo creo que el estallido social fue, precisamente, un conjunto de desigualdades donde la población chilena vivió grandes dramas en términos de lo básico. Lo que siempre ha sido una petición de las sociedades, como es vivienda, salud, en la medida en que todo eso estaba capturado por la industria ganancial.
Isapres, cuestiones de jubilaciones, AFP, en fin. Todo eso eclosionó y explotó. Y también en otras preguntas que se establecieron ahí, una de ellas, la Constitución; pero no era lo más central. Era una entre tantas. Creo que fue un estallido anti neoliberalismo, entendiendo que el neoliberalismo promueve el ‘yo’, el éxito y, además, es anti comunitario.
Me parece que eso fue lo que detonó el 19 de octubre. Y fue una micro revolución, a pesar de que no había un liderazgo de alguien que pudiera demandar a nombre de todos. Pero sí fue territorial, en todo Chile. Por eso pienso que fue una micro revolución. Porque ha habido grandes peticiones a lo largo de la historia de Chile, pero nunca se había dado una cosa como la que se dio ahora.
Sí que hay un antecedente, el año 83. De nuevo, la población contra la dictadura. Fueron las poblaciones, básicamente, las que se levantaron, y eso costó la salida de Pinochet, año tras año. Pero esto es fue muy impactante.
Además, se escribió una novela callejera en los muros. Una novela que tuvo sus personajes, uno de ellos Pedro Lemebel, también el ‘perro matapacos‘. Y otro que se retomó y se sacó de su opacidad fue Gabriela Mistral, por ejemplo. Ahí hubo relato mural que formó la novela del estallido.
Más allá de estas puestas en escena, por ejemplo, el caso Hermosilla o el salario de Cubillos, eso es algo que la ciudadanía percibe. Y eso hace que el sistema político esté muy deteriorado y con muy poca adhesión ciudadana porque, efectivamente, la gente elija a sus representantes, pero los representantes se elitizan y no ven las necesidades de la ciudadanía. Especialmente sensible es el tema de las AFP, que tienen unos directorios muy bien pagados, si hay crisis lo pagan los que imponen en este servicio y el directorio no baja su salario.
Aun así, me parece que es un todo. No basta Hermosilla, sino que éste revolotea por todas partes. Es un agente menor, diría yo. Creo que es mucho mayor el conflicto de intereses que hay ligados entre las altas dirigencias; elite y negocios. Por eso hay que esperar, hay que ver. Ojalá se solucione no para que haya otro estallido, sino para que la gente viva mejor.
Es una sensación penca por el aprovechamiento que ha tenido la derecha de, básicamente, a toda la gente que fuimos a marchar o que estábamos a favor de cambios, cambios que la derecha también prometió y que nunca cumplió. El famoso ‘rechazar para reformar’. Es triste verlo porque, básicamente, el 18 de octubre fue eso, que la gente se aburrió y salió a la calle a exigir un país mejor. No es nada más que eso.
Ahora, que hubo un aprovechamiento tanto político, con infiltrados, con una prensa que sólo mostró destrucción, hace que tampoco sea tan raro lo que está pasando. Los que fuimos y los que estuvimos ahí sabemos qué fue, y los que lo vieron por la tele es obvio que lo miren de esa manera.
En mi caso, las manifestaciones sí marcaron mi arte. Siempre tuve una postura más global. O sea, no le tenía mucha fe a Chile, en el sentido de que veía cómo pasaban mil cosas, mil injusticias, y que la gente no hacía nada. Obviamente me equivoqué porque después llegó el 18 de octubre y vi que sí pasaban cosas. Y me metí mucho en el tema chileno.
Creo que por ahí fue. Ahora, seguí hablando de cosas que pasan en Chile, pero también temas más amplios. La contaminación y un montón de cosas, pero sí cambió mi trabajo, en el sentido de que antes quizás yo no hablaba de Chile y ahora sí. Sobre todo, viendo cómo después del 18 de octubre se ha caído todo, todas las caretas.
Estamos en una crisis de toda la cochinada que estaba oculta debajo de la alfombra, pero que ahora salió. Por lo menos como yo lo veo, Chile no era un país político, no se hablaba de política, y después del 18 de octubre Chile se transformó en un país súper político y donde todos tienen opinión, quieren saber y hablar de lo que pasa. Entonces, eso también cambió mi manera de generar arte y mi discurso.
Más que la esperanza de que vuelva a haber otro estallido, espero que antes de eso se solucionen las cosas. Que los cambios que la gente pide, tanto en el tema de las AFP, educación, el núcleo de todo lo que está pasando con estas universidades que al final son fachadas para darle plata a cierto sector político; espero que eso se pare. Que se castigue con cárcel a todos los que estén metidos en ese tipo de chanchullos. Para ellos era normal tener este país caja que les da su platita y sus cosas. Y que evitemos que haya otro estallido. Como vamos, no me extrañaría. Pero espero que no.