Resulta lamentable ver al ministro de Economía descendiendo al mercado para bendecir el futuro de Talgo, una empresa privada cuya venta a un holding de origen húngaro fue vetada en agosto por el Gobierno aduciendo «riesgos para la seguridad nacional» que aún no han sido fehacientemente explicados en el Congreso al ser considerados 'clasificados' por el Ejecutivo. Carlos Cuerpo ha dicho que el Gobierno «acompañará y ayudará» a que Talgo encuentre «una solución viable a largo plazo» y expresó su apoyo a las intenciones avanzadas por Sidenor, una siderúrgica vasca que ha mostrado interés en entrar en la operación. Como varios accionistas de Talgo estaban tentados de vender a los húngaros y se les ha causado un perjuicio con el veto oficial, dejando su inversión reducida a valor real cero, el ministro sigue interviniendo para colocar ese paquete, transformando al Gobierno en un bróker y asumiendo un papel impropio para quienes deberían representar el más alto interés público.