Noventa primaveras contemplan a Stanley G. Payne (Texas, 1934), pero también una vida entera dedicada a sumergirse en los archivos rojigualdos. El que se cuenta hoy como uno de los grandes hispanistas de nuestra era –más bien un tótem incólume– arrancó sus andanzas por estas tierras allá en los sesenta. Por entonces, y se enorgullece de ello, la policía de la dictadura entregó a Francisco Franco un informe en el que se le definía como un tipo «bien informado» y de «aspecto inocentón». Pero de cándido demostró no tener un pelo de la barba. En los años siguientes, aquel delgado estadounidense de gafillas características publicó una serie de obras sobre el fascismo peninsular que revolucionaron la visión que existía sobre...
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