El asunto Talgo acumula un abigarrado y variado tropel de intereses. Están los de la empresa, los de sus accionistas y los de sus empleados, que me da aquí no son del todo coincidentes. Los primeros, que tampoco será un conjunto uniforme, pues hay muchos matices, desearán maximizar la rentabilidad de su inversión y los segundos, mantener y mejorar sus empleos. Están los intereses del gobierno vasco, a quien preocupa el futuro de la empresa y que no querrá iniciar su andadura asistiendo a una deslocalización tan sonora. Está el gobierno central, que ha vetado la entrada del posible socio húngaro y asumido, por tanto, la responsabilidad de ofrecer una alternativa viable que garantice su andadura. Están los posibles candidatos...
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