El Ministerio de Igualdad ha decidido su estrategia para combatir el consumo de pornografía en menores de edad: enfocarse en sensibilizar a los padres, según confirman a Confidencial Digital fuentes del departamento dirigido por Ana Redondo. La cartera, ahora en manos de los socialistas, zanja así el debate que había en el Gobierno sobre si centrarse en los progenitores o dirigirse a los niños. Igualdad lanzará campañas en estos días para convencer a todos los adultos de que sus hijos ven pornografía, aunque no lo sepan o crean que no, y tratará de movilizarles para que actúen como el primer cortafuegos contra el consumo a edades muy tempranas.
El primer contacto de los niños con la pornografía se produce alrededor de los ocho o nueve años, según afirma la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD). Igualdad considera clave la lucha contra esta tendencia para solventar problemas relacionados con la violencia sexual, las agresiones sexuales de hombres a mujeres en edades posteriores, y centrará gran parte de sus esfuerzos en atajar un problema que sitúa dentro del feminismo. De ahí que sea Igualdad y no el Ministerio de Infancia, dirigido por Sira Rego, quien capitanee estas iniciativas.
Igualdad se planteó dos opciones, como adelantó ECD: apelar a la responsabilidad de los padres o intentar concienciar a los menores. Pero dados los datos de la AEPD, el consumo comienza tan pronto que el Ministerio advierte más problemas que virtudes en dirigirse a todos los niños. Además, son conscientes de que hacerles llegar las campañas del Gobierno resulta mucho más complicado que a los padres, quienes suelen consumir medios de comunicación más tradicionales como la radio o la televisión en vez de redes sociales como TikTok.
El Ejecutivo ha detectado una piedra en el camino que favorece el consumo descontrolado de pornografía. Los padres desconocen que sus hijos ven contenido sexual gracias al acceso a internet a través de sus teléfonos móviles o de cualquier dispositivo de la casa —iPad, ordenadores...—. Según los datos que maneja el Ministerio, la mayoría de los progenitores no solo lo desconoce, sino que asegura que sus hijos no consumen ningún tipo de contenido sexual online. Están convencidos de ello. Una percepción bien distinta a la realidad que Igualdad ha constatado con datos.
Por eso, el objetivo del Gobierno, antes que nada, pasa por convencer a los padres de que afronten esta realidad. Las campañas en las que trabaja Igualdad tratan de explicar a los padres la importancia de hablar abiertamente con sus hijos para monitorizar su educación sexual y que no sean las redes quienes hagan ese trabajo.
La preocupación del Gobierno va más allá del consumo puntual. Igualdad se apoya en distintos estudios para advertir de que esta tendencia dispara una concepción violenta y machista de las relaciones sexuales, tanto en niños como en niñas. Un perjuicio que deriva, en la juventud y en la edad adulta, en prácticas agresivas que no respetan la libertad sexual de las mujeres.
El Ministerio ha resaltado en reiteradas ocasiones que la cultura de la violación nace precisamente en la ausencia de educación sexual a estas edades y la fuerte presencia de una industria que promueve contenidos violentos que terminan por conformar la mentalidad de los menores respecto a las mujeres y las prácticas sexuales.
El plan de Igualdad comenzará estos días con una primera campaña para sensibilizar. El departamento dirigido por Redondo suele utilizar esta herramienta porque considera que gran parte de su labor residen en concienciar a la ciudadanía para impedir desigualdades y discriminaciones de cualquier índole.
Sin embargo, solo es el principio. El Gobierno no descarta tomar medidas complementarias, como medidas que regulen el acceso a la pornografía. Una iniciativa que ya planteó y aprobó el Consejo de Ministros para cortar el acceso de los menores a estas páginas webs, pero que aún no se ha concretado. La dificultad para capar la entrada de menores supone una gran dificultad para el Ejecutivo, y, por ahora, depende de la colaboración de las plataformas de contenido pornográfico para impedir el acceso de los más pequeños.