El estado de Pensilvania se perfila una vez más como uno de los territorios más importantes en la contienda electoral. Donald Trump, quien busca regresar a la Casa Blanca, y Kamala Harris, la actual vicepresidenta de Estados Unidos, han dirigido su atención hacia este estado debido a su carácter decisivo. Los 7 millones de votantes de Pensilvania tienen el poder de inclinar la balanza en lo que se perfila como una elección reñida.
Pensilvania ha sido históricamente un estado péndulo en las elecciones estadounidenses, donde tanto republicanos como demócratas luchan con todas sus fuerzas para ganar. La importancia de este estado no solo radica en el número de electores, sino en la diversidad de su población, que incluye a sectores industriales, rurales y urbanos, además de un considerable porcentaje de votantes afroamericanos, quienes podrían jugar un papel crucial en el resultado final.
Tanto Donald Trump como Kamala Harris han intensificado sus visitas a Pensilvania en las últimas semanas, conscientes de que este estado puede definir la elección. Trump ha llevado a cabo una serie de eventos masivos, apelando a los votantes rurales y de la clase trabajadora, segmentos que le fueron favorables en 2016. Su mensaje está centrado en la economía y la crítica a las políticas del actual gobierno, que, según él, han dañado al sector industrial de Pensilvania.
Por su parte, Kamala Harris ha realizado varias apariciones públicas en ciudades clave del estado como Filadelfia y Pittsburgh. La vicepresidenta trata de movilizar a las comunidades afroamericanas y jóvenes, por lo que trata de resaltar los logros de la administración Biden, como la recuperación económica tras la pandemia y la lucha por la justicia social. Harris también destaca la importancia del voto temprano y la participación en lo que se considera una elección crítica para el futuro del país.
Donald Trump ha basado su estrategia en Pensilvania en una retórica populista que apela al descontento de los votantes con el estado de la economía y el aumento del crimen. El expresidente prometió revivir la industria del carbón y el acero, sectores que siguen siendo vitales en algunas regiones del estado. Además, Trump busca afianzar su apoyo entre los conservadores con un fuerte mensaje en temas de inmigración y seguridad, donde resalta la necesidad de una frontera más estricta y una reducción de las regulaciones gubernamentales.
Por otro lado, Kamala Harris ha adoptado un enfoque diferente. Su campaña se ha enfocado en los votantes de las áreas urbanas y suburbanas, donde destaca la importancia de políticas inclusivas y progresistas. Harris ha hecho hincapié en temas como la equidad racial y la protección de los derechos reproductivos, que son particularmente relevantes para una base demócrata diversa. Además, busca atraer a los votantes jóvenes con promesas de acción climática y reforma educativa.
Pensilvania es considerado uno de los estados más disputados en las elecciones presidenciales. Con 20 votos en el Colegio Electoral, su influencia puede ser determinante para definir al próximo presidente. En 2016, Donald Trump ganó el estado por un estrecho margen, lo que fue clave para su victoria general. Sin embargo, en 2020, Joe Biden recuperó Pensilvania, lo que consolidó su camino hacia la Casa Blanca.
El carácter péndulo de Pensilvania lo convierte en un terreno donde cada voto cuenta. Las encuestas más recientes, como las del The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, indican que el electorado está dividido, con un número considerable de votantes indecisos que podrían inclinar la balanza. Además, el estado ha sido foco de litigios en torno a la integridad electoral, lo que añade una capa de complejidad a la contienda.
Uno de los sectores clave que Kamala Harris está tratando de movilizar en Pensilvania es el de los votantes afroamericanos, quienes representan un porcentaje significativo de la población en ciudades como Filadelfia. La vicepresidenta ha subrayado en repetidas ocasiones su compromiso con la justicia racial, en el que menciona casos como el asesinato de George Floyd y la necesidad de una reforma policial profunda.
Además, Harris busca presentar a la administración Biden como una defensora de los derechos civiles y sociales, temas que han sido prioritarios en su agenda. La campaña demócrata también ha destacado su historial en la lucha contra la discriminación y promete seguir trabajando para reducir las desigualdades estructurales.
