El Real Madrid suele ser un búnker tanto en lo deportivo como en lo mediático. Una virtud que se ha evaporado en menos de un mes de competición, después de que los blancos hayan acumulado cuatro derrotas en los primeros siete partidos tras caer el pasado domingo ante el Bilbao en la tercera jornada de la ACB. Muesca negativa que, unida a la de su debut ante el Básquet Coruña , ha provocado que firmaran su peor inicio liguero en los últimos 21 años, desde el curso 2003-04. El año pasado no sumaron tantas derrotas en todas las competiciones hasta enero. La estadística es cruda y los resultados sonrojantes para un escudo de su categoría, pero las sensaciones son aún peores. Más después de que Mario Hezonja , en el descanso ante los vascos, señalase a Chus Mateo como uno de los culpables del mal hacer del equipo, dardo que el propio técnico devolvió al croata en un acto sin precedentes. No hay duda, el Madrid muestra grietas y esta semana tiene un desafío gigantesco, una doble jornada de Euroliga que comenzará hoy en casa del Baskonia de Pablo Laso ( 20.30 horas, Movistar ) y que acabará el jueves en el WiZink ante el Panathinaikos , su verdugo en la última final de la Euroliga. Dos duelos que se presentan como una oportunidad para lavarse la cara pero que también son un arma de doble filo, pues una mala imagen podría hacer saltar al vestuario por los aires. Para colmo, Mateo no podrá contar con Campazzo para el duelo en Vitoria. El argentino, de lo mejor en el inicio de curso, fue expulsado en la primera jornada europea en la derrota ante el Bayern de Múnich tras encararse con el cuadro arbitral. Aunque la Euroliga le concedió la cautelar y sí pudo estar contra el Partizan , el Juez de Apelación confirmó ayer que el partido de sanción se aplicará ante el Baskonia. Baja que sumada a la de Feliz, mínimo un mes en la enfermería por una rotura de la fascia plantar, hará que los madridistas se la jueguen ante el Baskonia sin bases. «Afecta, obviamente, pero es lo que hay. Vamos a ver si somos capaces de hacer un buen partido sin Campazzo ni Feliz», aseguró el técnico madrileño desde el parquet del Buesa, además de restarle importancia al cruce de declaraciones con Hezonja. «Es un jugador extraordinario. Estoy encantado con él. No hay que darle mayor importancia. Estamos muy tranquilos». Habrá que ver qué se inventa Mateo para salir al paso en Vitoria y, como ya hiciera antaño, es posible que utilice a jugadores como Abalde o Llull para asumir la dirección de juego. Pero los males se antojan mucho más profundos que las bajas en el puesto de base. El quinteto de seguridad formado por Campazzo, Musa, Hezonja, Deck y Tavares funciona, pero cuando se introducen nuevas piezas en el puzle, el Madrid queda a merced de sus rivales. Ninguno de los fichajes (Feliz, Rathan-Mayes, Ibaka, Garuba) tiene un parcial positivo cuando está en pista, es decir, que con ellos en el campo el Madrid recibe más puntos de los que anota. Además, Rathan-Mayes e Ibaka (los problemas físicos de Feliz y Garuba los excluyen de esta estadística) son los que menos juegan de la plantilla en la ACB, enfrentamientos en teoría más asequibles que los continentales y donde Mateo podría foguearles para acelerar su adaptación. Sin embargo, no solo las novedades se ven afectadas por el descontrol en las rotaciones. Por ejemplo, ante el Bilbao, Mateo apostó por la titularidad del canterano Hugo González y, tras jugar los nueve primeros minutos de duelo, nunca volvió a vestirse de corto. Llull , desfibrilador oficial del conjunto, también fue invisible durante muchos tramos hasta que Mateo decidió rescatarlo en las últimas posesiones, con la esperanza de que obrase alguno de sus frecuentes milagros. Demasiados bandazos para ir a toda velocidad por Europa y España, y no son pocas las curvas que aparecen por el horizonte.