En 2019, el ambicioso Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) fue cancelado después de años de inversión y construcción. Su objetivo era aliviar la congestión aérea en la Ciudad de México, pero los problemas relacionados con el terreno y su viabilidad económica terminaron por sepultar el proyecto. Hoy, la imagen de su emblemática terminal en forma de X, completamente inundada, simboliza el fracaso del megaproyecto.
El terreno de Texcoco, elegido para construir el aeropuerto, ha demostrado ser propenso a inundaciones, una de las principales razones de su cancelación. Las advertencias sobre los suelos inestables y los riesgos geotécnicos se confirmaron con el tiempo, lo que reabre el debate sobre la decisión de abandonar el NAIM.
La cancelación del NAIM en 2019 fue resultado de varios factores clave, siendo el principal la inestabilidad del terreno. Texcoco es una zona históricamente vulnerable a hundimientos e inundaciones, lo que dificultaba enormemente la construcción de una infraestructura de tal magnitud. Las medidas necesarias para mitigar estos problemas habrían incrementado los costos de manera exponencial.
Un informe del Gobierno mexicano señalaba que "el terreno es inadecuado para una obra de tal magnitud", que menciona también los impactos negativos que tendría sobre los ecosistemas locales, incluidos los humedales. Esta combinación de factores fue determinante para cancelar un proyecto que, a largo plazo, habría sido insostenible tanto financiera como ecológicamente.
Antes de ser cancelado, el NAIM ya había absorbido más de 14.000 millones de dólares en inversiones. Estos fondos se destinaron a la construcción inicial de la terminal, los sistemas de drenaje y otras infraestructuras necesarias para su operación. Sin embargo, los sobrecostos y los continuos desafíos técnicos hicieron que la proyección económica del proyecto se volviera insostenible.
La cancelación generó un gran debate nacional e internacional sobre la gestión de estos recursos. Los críticos afirmaban que, a pesar de los avances, seguir adelante con la construcción significaría un riesgo financiero mayor. Esto motivó la búsqueda de alternativas más viables para atender la creciente demanda de vuelos en la Ciudad de México.
Después de la cancelación, el área de Texcoco quedó sin un uso definido. La imagen de la terminal en "X" inundada refuerza las críticas de los expertos, quienes ya habían advertido sobre la naturaleza del terreno. Sin un plan inmediato de recuperación, el sitio ha estado expuesto a inundaciones periódicas debido a las características geológicas de la zona.
El exsecretario de Comunicaciones y Transportes afirmó que "estas inundaciones no son aisladas", confirmando que el área elegida para el aeropuerto estaba mal evaluada desde un principio. Hoy, las imágenes del sitio reflejan las consecuencias de no haber considerado plenamente los riesgos naturales del lugar.
Tras la cancelación del NAIM, el Gobierno mexicano optó por construir el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), en la base militar de Santa Lucía. Este proyecto, mucho más económico que el de Texcoco, fue inaugurado en 2022 y ha comenzado a operar para descongestionar el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México.
Aunque el AIFA no cuenta con la capacidad de pasajeros que originalmente se había proyectado para el NAIM, se considera una solución parcial. El plan a largo plazo incluye la rehabilitación de otros aeropuertos regionales y la modernización del aeropuerto actual en la capital mexicana para satisfacer la creciente demanda.