El desafío de que la industria alcance una incidencia del 20% en el PIB (mientras la barrera del 16% se mantiene como pertinaz constante de los últimos años) se enfrenta a los rigores del actual escenario geopolítico (que no para de empeorar), en el que influyen en factores como el coste de la energía y las materias primas. Retos en tiempos de transformación digital y descarbonización que obligan al sector a innovar (en la forma de trabajar y en la forma de actuar cada vez más y mejor). La reindustrialización del siglo XXI, en la era (en diferentes grados de adopción) de la IA, robótica, blockchain, gemelos digitales, la 'nube', sensórica, ciberseguridad, realidades virtual, aumenta y mixta, metaverso, etc., espera, en el caso de España, un necesario impulso con la venidera Ley de Industria y Autonomía Estratégica . «Supone –señala Ignacio Crespo, socio de Consultoría de KPMG en España– un enorme salto respecto a la vigente de 1992, y por tanto, considero muy necesario su avance a tramitación parlamentaria. Tiene una clara proyección estratégica, ya que no sólo incorpora conceptos clave para el desarrollo y la competitividad, sino porque aborda de una vez la imprescindible planificación de la política industrial en España, sus mecanismos de participación, transparencia y gobernanza». El impulso de ecosistemas industriales, los PIEs (planes integrales de empleo), la autonomía estratégica y los procesos de reindustrialización forman parte de la nómina de tareas a mejorar, con apoyos en marcha como los propios de los diversos Perte, la Recapi (Reserva Estratégica de las Capacidades Nacionales de Producción Industrial) y los de las comunidades autónomas (por ejemplo, a través de los clusters). «Muchas CC.AA. (destaca Crespo) han legislado para dotarse de herramientas de autorización de proyectos estratégicos, como los 'fast-track' o la simplificación administrativa. Es, por tanto, crítico que desde la Administración General se disponga y aplique con agilidad esta herramienta con la que impulsar todos los grandes proyectos que en la actualidad están aterrizando en España». En este contexto, el 29,2% de los ingenieros técnicos industriales estiman la situación actual como «mala o muy mala» (datos del Barómetro Industrial del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España). La tecnología y la innovación son más necesarias que nunca: de acuerdo a datos de la Fundación Cotec, el empleo en tecnología ha aumentado un 47,7% en los últimos años. En la gala anual de la misma fundación, celebrada el pasado junio, José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, recalcaba que «Europa ha perdido el tren de la innovación durante las últimas dos décadas, quedándose a la zaga de otras potencias, con reglas del siglo pasado para un mundo del siglo XXI marcado por la digitalización». Más deberes: el 'Informe de la Década Digital 2023' de la Comisión Europea recomienda que España «acelere sus esfuerzos en el ámbito de las capacidades digitales, en la mejora y recapacitación de la fuerza laboral, y en tecnologías avanzadas y emergentes, para abordar la falta de especialistas en TIC». Por ello, desde CEOE «consideramos esencial impulsar la industria conectada y la digitalización industrial para fortalecer la competitividad de la industria española. De cara a la nueva Ley de Industria y Autonomía Estratégica, hemos propuesto medidas como la creación de Centros de Investigación, Innovación, Desarrollo Tecnológico y Digitalización. Estos centros facilitarán la atracción de inversiones y el desarrollo de soluciones tecnológicas avanzadas, acelerando así la transición hacia una economía conectada y digitalizada ». Como subraya la institución en su documento 'La Industria, Motor de Crecimiento' «por cada euro adicional de demanda en la industria manufacturera, se estima que en la economía en su conjunto se generan 3,11». Avances que en la industria automovilística impulsan el desarrollo de vehículos autónomos y sistemas de fabricación inteligentes que mejoran la eficiencia y reducen costes o, en el sector energético, inciden «en la conectividad que permitirá la creación de redes inteligentes, que gestionen mejor la distribución de energía y reduzcan el impacto ambiental». «Un tercio de las empresas innovadoras (concluyen) son industriales, y casi la mitad del gasto privado en I+D+i proviene de este sector. Hay que avanzar en tecnologías como las propias de la Industria 4.0, y fomentar la colaboración público-privada para impulsar la investigación y el desarrollo». Más tecnología: desde CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación) señalan la importancia de no errar en la ruta hacia la Industria 5.0, «una evolución lógica de la industria 4.0 que busca reequilibrar la relación entre la tecnología y las personas, situando a los seres humanos en el centro del proceso industrial. Tanto en su papel de receptores y usuarios de la tecnología, lo que da lugar a conceptos como la personalización a gran escala o la inclusión de aspectos éticos y de sostenibilidad, como en su papel de trabajadores en el sistema productivo, reforzando el papel colaborativo hombre-máquina». Acciones a coordinar en ámbitos como los de «convocatorias verticalizadas que apoyen desarrollos en robotización, IA, IoT, etc. y/o incluyan conceptos transversales como la sostenibilidad, como ha sucedido en las convocatorias de Misiones Ciencia e Innovación, por ejemplo, y a través de la inclusión de criterios de carácter socioeconómico que reflejen la dimensión social y ética de los proyectos, algo que el CDTI ha incorporado desde hace ya algunos años». Y con iniciativas como la investigación de nuevas soluciones flexibles basadas en patrones de IA e IoT para una producción 5.0 más segura, eficiente y sostenible, con atención a procesos de fabricación digitalizados con menor nivel de residuo, más versátiles y con mayor calidad. Ametic, asociación representante del sector de la industria digital en España, ha presentado recientemente su 'Barómetro de la Economía Digital'. Alberto de Torres, presidente de la Comisión de Industria 4.0, señala cómo «desde que se inició el 'boom' del concepto de 'Industria Conectada' en España, en 2016, ha habido una evolución significativa del sector. La digitalización en la industria ha contribuido en la integración de los sistemas IT (Information Technologies) y OT (Operational Technologies), y ello ha dado como resultado una mejora de la ratio de efectividad general de los equipos (conocido como OEE) y de otras ratios parciales como la calidad, número de piezas fabricadas y la imputación de costes. Y añade la importancia de factores a considerar en la próxima ley como «el desafío de alcanzar la sostenibilidad mediante la trazabilidad de productos, utilizando herramientas como el pasaporte digital europeo». Enfrentar el reto de integrar la IA generativa y el análisis de datos en el sector industrial, con el objetivo de crear valor y mejorar la experiencia del usuario, se añaden, según al especialista a este escenario de progreso. Un entorno para el que la Secretaría General de Industria y de la PYME ha ido diseñando una serie de programas de apoyo para afrontar la transformación digital con más garantías, como HADA (Herramienta de Autodiagnóstico Digital Avanzada) y DIH (Digital Innovation Hubs) y los ACTIVA (Industria 4.0, Financiación, Startups, Ciberseguridad y Crecimiento). Ecosistema de presente y futuro en el que el Ministerio de Industria y Turismo organiza (séptima edición) el Congreso Nacional de Industria (13 y el 14 de noviembre, Barcelona), bajo el lema «Autonomía estratégica industrial: asegurando nuestro futuro». Nuevas vías, en suma, para la Industria del siglo XXI, que implica una adecuación del concepto 'Responsabilidad Social Empresarial'. Como concluye Crespo: «Es evidente que Europa tiene que pivotar hacia un modelo de industria diferente para seguir siendo competitiva y relevante en el mundo. La transición hacia modelos y sectores emergentes implica la madurez y declive de aquellos no capaces de adaptarse. Que este tránsito se haga de una manera socialmente responsable y dé paso a nuevas oportunidades es clave, por lo que la formalización de los procesos de reindustrialización es una buena noticia».