La afición hoy, en el día de la Hispanidad mira al cielo, porque tregua la lluvia ha dado poco. No es un día cualquiera porque Madrid cierra sus puertas hasta la primavera y eso es un pellizco en el corazón antes de que el invierno nos atrape y el frío se meta en los huesos. Nos queda el campo, que es la octava maravilla hasta que los cosos se llenen de nuevo y la vida y la muerte vuelva a dirimirse en las plazas de toros para sacarnos del mundanal ruido, para demostrarnos que la Tauromaquia, este loco mundo nuestro esta hecho de valores, de hombres y mujeres que aman lo que hacen y se respetan a sí mismos y a quienes pueden estar a las antípodas. De siempre fue así. Me viene a la cabeza la imagen de Morante de la Puebla en la manifestación de antitaurinos en la plaza de toros... Viene a la cabeza tantas cosas. Se entienden tan pocas...
Esta semana, antes de llegar al cierre de la Hispanidad, qué cosas, hemos vivido en este país nuestro, a quienes se les llena la boca al hablar de democracia, una imagen, una acto bochornoso y lleno de vergüenza. Se entregó a Julián López «El Juli» y su larga trayectoria como niño prodigio que fue y figura durante un cuarto de siglo que se dice pronto, el último premio Nacional de Tauromaquia antes de que Ernest Urtasun, que ahora es Ministro de Cultura como todos saben elegido a dedo, como se hacen en estos cargos y pagado por todos los españoles, y que van en contra del propio cargo que ostenta cargándose la cultura al antojo de sus gustos personales. Pero no solo eso, el personaje protagonizó un hecho bochornoso y lamentable, que ningún Gobierno debería amparar, al ningunear la entrega de la medalla a El Juli. Mientras el propio Rey aplaudía, él no hizo el gesto, rechazándolo, rechazando a la persona, al humano. Cosa que no afectó para que el torero le tendiera la mano y lo mirará a la cara. El hombre, por encima de todo. En el caso de Julián López. Para Urtasun, sus miserias humanas, ya no hablamos de las políticas.
Lo tuvo claro después: «Soy el último torero en recibir este premio tan importante y estoy seguro de que volverá la cordura, la responsabilidad y que en un futuro próximo muchos compañeros lo volverán a recoger de manos de un ministro con educación que no censure nuestra profesión».
A la gente se la ve de frente. Es inadmisible que un Gobierno consienta un acto público, pagado por todos así.