Sarasota, una joya del oeste de Florida, tiene este miércoles aires de ciudad fantasma. Numerosos habitantes abandonaron el lugar después de que las autoridades emitieran órdenes de evacuación por la llegada del huracán Milton, y los pocos que se quedaron van buscando refugio a medida que aumenta la lluvia.
La ciudad, de unos 57.000 residentes, se asoma a una bahía conectada al golfo de México. Y esta cercanía al agua, uno de sus mayores atractivos, es ahora el principal motivo de preocupación, con la posibilidad de que la marejada ciclónica provocada por Milton alcance 4,50 metros de altura.
A primera hora de la mañana, Brad Reeves se ha acercado a la bahía para dar un último paseo antes de refugiarse en su apartamento, situado en un edificio moderno a unos kilómetros de la costa.
"Esta situación pone los nervios de punta", dice este habitante de 55 años. "Hay momentos en los que estás emocionado, momentos en los que tienes miedo, momentos en los que no puedes dormir. Todo está patas arriba".
Frente a él, en la bahía, un barco que chocó contra la terraza de un restaurante durante el huracán Helene, hace menos de dos semanas, sigue ahí varado.
Junto a la marina, Marilyn Borisk ha salido a pasear a Nemo, su chihuahua, bajo una lluvia fina. El animal camina un poco encogido, inquieto.
Esta mujer de 60 años decidió quedarse en su apartamento, situado en una zona de evacuación obligatoria, porque confía en la solidez de su edificio, construido para resistir los vientos huracanados.
"Esto es muy perturbador para la comunidad. Es un lugar hermoso, especial, y ha sufrido destrozos con Helene",lamenta. "Todo el mundo conoce a alguien que perdió su casa en la última tormenta, así que esto pone sal en la herida".
A pocas horas de la llegada de Milton, algunos aún tratan de proteger sus casas lo mejor que pueden. Phil Davie es uno de esos. Este agente inmobiliario llena bolsas de arena con una pala y las carga en el maletero de su coche, antes de instalarlas en la puerta de su casa.
"Voy a refugiarme y prepararme para esto. Será una noche dura. Pero lo superaremos, reconstruiremos lo que haya que reconstruir y estaremos bien", dice, optimista.
En el centro de la ciudad, uno de los únicos hoteles que permanece abierto se ha convertido en un refugio para quienes no han querido abandonar Sarasota, pero no se sentían seguros en casa.
Decenas de personas recorren los pasillos del lugar con sus pertenencias apiladas en carros. Familias con niños, ancianos y jóvenes. Muchos trajeron a sus perros y entran y salen del hotel para pasearlos.
"No podíamos dejar a nuestra mascota sola, siempre tiene que estar con nosotros", dice Samuel Urzua sobre Bombón, el perrito que lo acompaña.
"Uno se siente más seguro aquí. Hay varios árboles que pueden caer sobre el techo de mi casa, así que vine con algunos amigos y familiares", añade este cocinero de 53 años.
La llegada del huracán Milton amenaza a gran parte de Florida, donde muchos han tenido que buscar refugio incluso lejos de la costa.
En Orlando, en el centro del estado, los habitantes temen que haya graves inundaciones, apenas dos años después de que el huracán Ian trajera aguaceros a la zona.
"Ian nos abrió los ojos", dice Brandon Allen, un oficial de salvamento acuático, que se dispone a desplegarse en zonas en peligro de inundación.
Como nos enseñó ese huracán, añade, "todo puede desaparecer" en estas grandes tormentas.
A las afueras de Orlando, en un refugio instalado en una escuela secundaria cerca de Disney World, decenas de personas aguardan ansiosas el paso de Milton.
"Esto da miedo", reconoce Nour Jeboki, un vecino de 34 que trajo a su esposa y a sus hijos para garantizar su seguridad.
Cuando vivía en Texas, hace unos 20 años, lo perdió todo en un huracán, así que esta vez decidió buscar un lugar a salvo.
Estoy "rezando para que todo vaya lo mejor posible", dice. "Este (huracán) me tiene nervioso".