El nombramiento de Santiago Nieto como director general del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) se da en una coyuntura que conjunta los mayores desafíos en la vida de la institución. Después de la gestión transicional de José Sánchez por espacio de año y medio, el IMPI debe transitar rápidamente hacia la recuperación de su vocación y eficacia.
En el pasado sexenio, la primera parte correspondió a la gestión de Juan Lozano, quien no imprimió en el IMPI mayores modificaciones en su visión, aun y cuando en ese periodo se erosionó parte de la infraestructura del Instituto y el rezago provocado por la pandemia opacó cualquier intención destacable. En el caso de José Sánchez, de inmediato impulsó en el IMPI un abierto interés por incluir a comunidades rurales e indígenas como usuarias del sistema. Sin embargo, las figuras de la propiedad industrial tales como las marcas colectivas y las denominaciones de origen son insuficientes para ese fin, correspondiendo más la protección de sus creaciones a la ley de protección del patrimonio cultural.
Hoy el IMPI, como pieza central del ecosistema de innovación en el país, enfrenta enormes retos que pondrán a prueba su fortaleza. El primero consiste en recuperar la memoria, esto es, volver a ser el Instituto eficaz que brindaba seguridad en su actuar a todos los usuarios, generaba confianza tanto en empresas nacionales como extranjeras, y actuaba diligentemente en sus diferentes niveles basado en un alto estándar técnico de su personal y funcionarios. Lamentablemente, ante la baja de sueldos al inicio del sexenio pasado, muchos tuvieron que buscar alternativas en la iniciativa privada. De hecho, esperemos que el cambio de mando no traiga como consecuencia la salida del personal que a lo largo de los años se ha formado en la institución, y que representa el punto de apoyo indispensable para no sufrir las consecuencias de las curvas de aprendizaje.
Una secuela que deberá derivar del regreso del IMPI a sus vías naturales de desempeño se verá seguramente reflejada en alcanzar plazos más rápidos en la entrega de registros y resoluciones contenciosas, que a la fecha muestra un rezago considerable. Esperemos que, con una nueva mirada, vuelva el Instituto a la posibilidad de tomar decisiones para mejorar su infraestructura humana y material. Como focos particulares para el desarrollo, Nieto deberá privilegiar el incremento de patentes nacionales, así como los números de indicaciones geográficas protegidas y marcas de certificación registradas.
En la parte internacional, el IMPI tendrá que recuperar el reconocimiento que en otras épocas le distinguió, no solo como un actor protagónico en los foros mundiales, sino como modelo de oficina de propiedad industrial de un país de economía emergente. Este objetivo no solo se refleja en la mejora de sus capacidades técnicas, sino en mostrarse como factor que detona inversión extranjera. El respeto a los derechos de propiedad intelectual es uno de los fundamentos para alcanzar un mercado dinámico y en crecimiento. Si las medidas adoptadas por Claudia Sheinbaum para reposicionar a la ciencia y la tecnología un rol protagónico en los planes del nuevo gobierno son asertivas, el IMPI tendrá un amplio campo para recuperar su identidad y sus funciones, y aportar a México la dosis de credibilidad que en estas materias resulta esencial para todos los jugadores del mercado, de todos los tamaños, nacionalidades y giros.