Las armas fantasma, conocidas en inglés como ghost guns, se han convertido en un tema de creciente controversia y debate en Estados Unidos. Se trata de armas de fuego que se ensamblan a partir de piezas adquiridas por separado o kits que incluyen marcos y receptores incompletos. Debido a una laguna en las regulaciones federales, estos componentes pueden venderse sin un número de serie y sin la necesidad de realizar una verificación de antecedentes al comprador, lo que permite que se construyan armas completamente funcionales sin ningún tipo de trazabilidad.
A partir de octubre de 2024, la Corte Suprema de Estados Unidos ha comenzado a revisar la normativa impuesta por la administración Biden para regular estas armas, después de que la proliferación de estos dispositivos se haya convertido en una de las mayores preocupaciones para la seguridad pública y el control de armas en el país.
Las armas fantasma son armas de fuego ensambladas en casa que, a diferencia de las armas convencionales, no cuentan con un número de serie que permita su identificación y rastreo. Están compuestas por piezas que se pueden adquirir legalmente y, en muchos casos, el comprador solo necesita realizar algunas perforaciones o modificaciones mínimas para completar la estructura de la pistola o rifle. Este proceso ha sido facilitado por la venta de kits y componentes en internet, que proporcionan todas las partes necesarias para construir un arma completa en casa.
El marco o receptor de estas armas es el componente clave que determina si una pieza es considerada un arma de fuego bajo la ley. Los kits de armas fantasma a menudo incluyen un receptor "en blanco", lo que significa que no ha sido terminado por completo y, por tanto, no cumple con la definición legal de un arma de fuego según la Ley de Control de Armas de 1968 (Gun Control Act of 1968). Debido a este vacío legal, los fabricantes y distribuidores de estos kits han proliferado, lo que ha permitido la construcción de armas no registradas y no rastreables.
Las armas fantasma representan un serio desafío para las autoridades y los cuerpos de seguridad, ya que permiten a personas con antecedentes penales, menores de edad y otros individuos que no podrían superar una verificación de antecedentes obtener armas de fuego de manera fácil y accesible. Según datos de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), el número de armas fantasma recuperadas en crímenes se ha disparado en los últimos años. La ATF estima que las fuerzas del orden recuperaron más de 70.700 armas de fuego presuntamente fabricadas en forma privada (es decir, armas fantasma) entre 2016 y 2022, casi dos tercios de las cuales se recuperaron en 2021 y 2022.
De hecho, según Sandy Hook Promise Foundation, ONG que trata de defender a los menores de los tiroteos en Estados Unidos, las armas fantasma ya se han utilizado en tiroteos en escuelas. En Santa Clarita, California, un joven de 16 años llevó una pistola fantasma a la escuela. La utilizó para matar a dos de sus compañeros de clase y herir a otros tres antes de suicidarse. Una de las sobrevivientes de ese trágico tiroteo es Mia. “El 14 de noviembre de 2019, un estudiante entró a Saugus High School con una pistola y disparó a cinco estudiantes, incluida yo”, compartió Mia. “Sobreviví, pero mi mejor amiga y otra compañera de clase no lo hicieron”.
Además, se ha reportado que las armas fantasma se han convertido en la opción preferida para organizaciones criminales y grupos extremistas, que las utilizan para evitar el rastreo por parte de las autoridades. Este tipo de armas han aparecido en incidentes de violencia doméstica, tiroteos escolares y en manos de personas con órdenes de restricción en su contra, lo que evidencia el riesgo que representan para la seguridad pública.
La Corte Suprema de Estados Unidos está evaluando actualmente la validez de una norma impuesta por la administración Biden para regular las armas fantasma. Esta normativa, implementada en agosto de 2022, busca tratar a los kits y componentes de armas fantasma de la misma manera que las armas de fuego tradicionales, exigiendo números de serie y verificación de antecedentes para su venta. Esta medida ha sido fuertemente impugnada por fabricantes de armas y defensores de los derechos de armas, quienes argumentan que la regulación va más allá de las competencias de la ATF y viola los derechos constitucionales de los ciudadanos.
El caso ha pasado por varias instancias judiciales y ha provocado un intenso debate legal. En agosto de 2023, la Corte Suprema emitió un fallo que mantuvo la norma en efecto mientras se resolvían las apelaciones, lo que supuso un revés para los fabricantes de armas fantasma. No obstante, el conflicto legal continúa, y el resultado final del caso podría tener implicaciones significativas para la industria de las armas y para la seguridad pública en el país.
La controversia en torno a las armas fantasma radica en su falta de regulación y rastreabilidad. En la práctica, permiten la creación de un arma de fuego completamente funcional sin ningún tipo de control estatal o federal, lo que facilita su acceso a personas que no deberían tener armas. Además, debido a que estas armas no tienen número de serie, se vuelven casi imposibles de rastrear una vez que se recuperan en la escena de un crimen, complicando las investigaciones policiales y el proceso judicial.
Los defensores de las regulaciones, como Everytown for Gun Safety, argumentan que las armas fantasma representan una "creciente amenaza para la seguridad pública" y que deben ser tratadas como cualquier otra arma de fuego en términos de regulación y control.
Además, hace décadas se necesitaban ciertos conocimientos técnicos y habilidades para convertir un armazón o una estructura sin terminar en un arma de fuego que funcionara por completo, pero eso ya no es así. Antes de la norma de la ATF de 2022 , con solo unas pocas herramientas y poco tiempo, una persona sin habilidades de armero podía comprar un kit sin terminar y sin número de serie y convertirlo en un arma de fuego que funcionara. Sin números de serie, estas armas son prácticamente imposibles de rastrear cuando las recuperan más tarde las fuerzas del orden en las escenas del crimen.
Los vendedores en línea han aprovechado este mercado y han aparecido tiendas que se dedican exclusivamente a este tipo de piezas, herramientas y guías prácticas de armas fantasma, a menudo promocionando abiertamente que sus productos están diseñados para evadir la regulación de la ATF. Tras la finalización de la norma de la ATF, algunos vendedores de armas fantasma pasaron a ofrecer archivos de impresión 3D para armazones y receptores junto con el resto de las piezas necesarias para construir armas imposibles de rastrear. No debería sorprender que las recuperaciones de armas fantasma en todo Estados Unidos estén en aumento y que recientemente se hayan relacionado con empresas criminales, redes de tráfico de armas y extremistas de extrema derecha .
Por otro lado, los opositores sostienen que la construcción de armas en casa es un derecho protegido por la Segunda Enmienda y que la nueva normativa no resolverá el problema de la violencia armada en el país.
La regulación de las armas fantasma en Estados Unidos es compleja y varía considerablemente entre estados. Algunos estados como California, Nueva York y Nueva Jersey han implementado leyes más estrictas que exigen números de serie y verificaciones de antecedentes para la compra de componentes y la construcción de estas armas. Sin embargo, otros estados no tienen ninguna regulación específica, lo que genera un mosaico de normativas que complica el control y la implementación de políticas efectivas a nivel federal.
A medida que el debate continúa en la Corte Suprema y en el ámbito legislativo, el futuro de las armas fantasma sigue siendo incierto. Los resultados de este proceso legal podrían establecer precedentes importantes para la industria de las armas de fuego y para la seguridad pública en Estados Unidos, determinando cómo se regulará la fabricación y venta de estas armas en los próximos años.
Las armas fantasma son, por tanto, un tema polémico que se encuentra en el epicentro del debate sobre el control de armas en Estados Unidos. Su proliferación y el riesgo que representan para la seguridad pública han llevado a una respuesta regulatoria que ahora está en manos de la Corte Suprema, cuyo fallo podría cambiar radicalmente el panorama legal de las armas en el país.