En un mundo en el que cada vez menos personas llevan dinero en efectivo, los pagos "contactless" están a la orden del día. Ya no solo son las tarjetas, los pagos sin contacto con el móvil están ganando terreno, aunque muchos todavía son reticentes ya que piensan que es un método de pago más inseguro y expuesto al robo de datos financieros.
Esto no podría estar más lejos de la realidad. Los pagos con el móvil están diseñados de tal forma que cuentan con múltiples capas de seguridad para proteger la información bancaria del usuario. Esta tecnología, denominada “tokenización”, permite que los datos de la tarjeta del cliente se transmitan “disfrazados”, es decir, este “token” no contiene la información real de la tarjeta, lo que minimiza el riesgo de fraude, ya que además solo puede ser usado por un corto período de tiempo, explican desde el blog de Finanzas para Todos.
La mayoría de los pagos móviles utilizan la tecnología NFC, que permite la transmisión de información entre el dispositivo y el terminal de pago solo cuando están muy cerca para reducir el riesgo de que alguien intercepte la señal, algo que, en caso de que ocurriese, tampoco le serviría de mucho porque los datos transmitidos entre el móvil y el terminal están cifrados.
Los sistemas de pagos móviles (Apple Pay, Google Pay, Samsung Pay, etc.) son, además, doblemente seguros, al requerir la autenticación del dueño del dispositivo mediante huella dactilar, reconocimiento facial o PIN, a lo que se le añade una autenticación adicional, como una contraseña de un solo uso o un código que se envía al teléfono para autorizar una transacción.
Además, estas plataformas de pago no almacenan los datos reales de la tarjeta, sino que la guardan en forma de los ya mencionados “tokens”.
Si todo esto no es suficiente, siempre puedes seguir algunos de los consejos que ofrecen desde Finanzas para Todos, como mantener actualizado tanto el sistema operativo del móvil como las aplicaciones de pago, crear contraseñas “robustas”, habilitar la autenticación biométrica por huella dactilar o reconocimiento facial y revisar regularmente las transacciones en la aplicación de tu banco buscando posibles irregularidades.
Además, las propias entidades bancarias también monitorean las transacciones en busca de patrones de fraude e incluso pueden bloquear temporalmente la tarjeta en caso de detectar algún comportamiento inusual.