En más de una ocasión, Vik Muniz (Sao Paulo, 1961) ha merecido el calificativo de iconoclasta, debido a sus aparentemente irrespetuosas versiones de algunas de las obras más célebres de la Historia del Arte, realizadas con materiales extra artísticos sumamente variados e inusuales (mermelada, kétchup, basura, caviar…). Insólito proceder que se halla asimismo en la base del resto de su trabajo no relacionado con este ejercicio de reinterpretación. A tamaña excentricidad se añade el hecho de que sus hipotéticas pinturas son, estrictamente hablando, fotos: la condición matérica y objetual no se traslada a las obras, sino que se encuentra reproducida fotográficamente; esa primera codificación icónica forma parte intrínseca de su peculiar proceso de elaboración. Podría decirse que se trata de...
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