En América Latina, un país fue pionero en la construcción de trenes subterráneos e inauguró la primera red de este tipo a inicios del siglo XX. Esta red ha crecido con los años y ha llegado a contar con 108 estaciones distribuidas en varias líneas que conectan puntos clave de una de las ciudades más importantes del continente.
El sistema de transporte subterráneo de esta nación es uno de los más antiguos, como también uno de los más eficientes. Los trenes circulan a una velocidad de hasta 75 km/h, lo que garantiza un traslado rápido y seguro para millones de pasajeros al año.
Argentina se convirtió en el primero de América Latina y del mundo hispanohablante en contar con un sistema de trenes subterráneos cuando abrió la Línea A, también conocida como subte de Buenos Aires. A nivel internacional, Buenos Aires se situó como la decimosegunda ciudad en sumarse a este avance, después de ciudades como Londres, Nueva York y París.
En sus inicios, el sistema de transporte público predominante en esta ciudad era el tranvía, junto con el ferrocarril, que funcionaba desde 1857. Sin embargo, el crecimiento urbano y el aumento de la población generaron la necesidad de extender las redes de transporte para evitar la saturación de los servicios existentes.
En 1909, el Congreso de Argentina otorgó una concesión a una empresa ferroviaria para la construcción de un subterráneo de carga, que uniría el puerto con la red ferroviaria principal. No obstante, ese mismo año, la municipalidad concedió otra autorización a la Compañía de Tranvías Anglo Argentina, una firma que gestionaba gran parte de los tranvías de la ciudad, para que desarrollara una línea destinada exclusivamente a pasajeros.
El proyecto inicial sufrió varios cambios, pero, finalmente, la Compañía Anglo Argentina fue la responsable de construir la primera línea, cuyo trazado incluía la conexión entre Plaza de Mayo y Plaza Miserere. En septiembre de 1911, comenzaron las obras con la participación de aproximadamente 1.500 trabajadores.
El 1 de diciembre de 1913 marcó un antes y un después en el sistema de transporte de este país. A las 15:25 horas, partió desde la estación Plaza de Mayo el tren inaugural, decorado con escudos y trofeos. En el viaje participaron importantes figuras del Gobierno, como el entonces presidente y varios ministros.
Al día siguiente, el servicio se habilitó para el público y transportó a más de 170.000 pasajeros en su primer día de operación. Este hecho convirtió a este país en pionero del transporte subterráneo en América Latina, lo que consolidó su liderazgo en innovación tecnológica en la región.
Con el paso del tiempo, la red subterránea se ha expandido considerablemente. Hoy en día, cuenta con 108 estaciones distribuidas en varias líneas que recorren los puntos estratégicos de la ciudad. Este sistema de trenes se ha convertido en un pilar fundamental para el transporte urbano, facilitando el acceso rápido y eficiente a miles de personas cada día.
El sistema alcanza velocidades de hasta 75 km/h, lo que lo convierte en uno de los medios de transporte más veloces y seguros de la región. Además, el subte continúa modernizándose, adaptándose a las necesidades de los ciudadanos y garantizando un servicio de calidad que se mantiene a la vanguardia tecnológica.
Este subterráneo no solo es un símbolo de la historia y la evolución del transporte público en América Latina, sino que también juega un papel crucial en la vida cotidiana de millones de habitantes de esta ciudad. Su eficiencia y cobertura permiten a los ciudadanos desplazarse de manera rápida y cómoda, ya que evita el tráfico de superficie y contribuye a la reducción de la contaminación.
