«Me has leído el pensamiento. Estoy pensando en ir a Canarias, quiero ir a Canarias». Es la respuesta que ayer ofreció este viernes Francisco a la pregunta lanzada por Elisabetta Piqué, la vaticanista del diario argentino «La Nación». La periodista le preguntó en nombre de todos los comunicadores de habla hispana que le acompañábamos en el tradicional encuentro con la prensa que el Papa mantiene como balance de todas sus peregrinaciones apostólicas. Para Francisco, «allí hay situaciones de migrantes que vienen del mar y me gustaría estar cerca de los gobernantes y de la gente». Así lo manifestó ayer durante la rueda de prensa en el vuelo de vuelta del viaje más largo de su pastoreo de la Iglesia universal que le ha llevado durante doce días por Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
Once años de pontificado y el Papa Francisco todavía no ha pisado suelo español. Y eso que conoce a la perfección la realidad sociopolítica y eclesial de nuestro país y está al tanto de la actualidad a diario. Más de lo que se pudiera imaginar. Sin embargo, ahora más que nunca podría cobrar forma una peregrinación a la que Juan Pablo II definía como «Tierra de María».
Lo cierto es que la posibilidad de que Jorge Mario Bergoglio fuera a Canarias se viene barajando desde que parecía materializarse la posibilidad de un viaje a Argentina, su tierra natal. Al igual que sucede con España, el Obispo de Roma tampoco ha pisado en esta década la tierra que le vio nacer. En este contexto, se ha llegado a hablar de que la visita al archipiélago español sería una escala de unas horas a la ida o al regreso de Buenos Aires. Y, evidentemente, la agenda fundamental pasaría por tocar de primera mano el drama migratorio tanto en alguno de los puestos donde llegan los cayucos como en los centros donde se encuentran internados los africanos que sobreviven a la travesía en el Atlántico.
Sin embargo, con ese deseo manifiesto que expresó ayer el Papa, se podría incluso especular con la posibilidad de que Canarias se convirtiera en un viaje independiente. Sobre todo, teniendo en cuenta que en la Santa Sede han optado por medir más los tiempos con respecto a Argentina, a la espera de las repercusiones que en la calle pudieran tener las medidas que está adoptando el Gobierno de Javier Milei.
Junto a esta mirada favorable a una posible presencia en España, Francisco desmintió en el avión que vaya a estar presente en la reapertura de la catedral de Notre Dame en París el próximo 8 de diciembre. El Santo Padre fue categórico en su negativa, a pesar de la insistencia que tanto el Episcopado galo como el presidente Emmanuel Macron habrían mostrado ante un acontecimiento de relevancia vinculado a uno de los iconos de la nación, máxime tras la compleja reconstrucción que se ha llevado a cabo después de las llamas que devoraron el templo en abril de 2019. Así pues, rechazada esta propuesta, se da por hecho que el Obispo de Roma asistirá, como es habitual a la Plaza de España en esa fecha para rezar a los pies de la imagen de la Inmaculada Concepción que se levanta ante la Embajada de España cerca de la Santa Sede.
Vinculado a Francia, el Papa también tuvo que abordar un asunto vinculado a la lacra de los abusos en el seno de la Iglesia. Y es que, en estas semanas, el país ha visto caer a uno de sus principales mitos en lo que a la ayuda a los pobres se refiere. Se trata del Abbé Pierre, sacerdote fundador de los llamados Traperos de Emaús, una de las entidades más prestigiosas en apoyar a los excluidos. Su fama de santidad se ha venido abajo después de confirmarse hace justo una semana que las denuncias corroboradas de hasta diecisiete víctimas de agresiones por parte de quien fuera galardonado con la Gran Cruz de la Legión de Honor. «El Abbé Pierre es un hombre que hizo mucho bien, pero también es un pecador. Debemos hablar claramente de estas cosas, no escondernos», manifestó Francisco al respecto.
En el turno de preguntas Francisco también se topó con la crisis de Venezuela. «No he seguido la situación en Venezuela, pero el mensaje que daré a los gobernantes es que dialoguen y hagan las paces. Las dictaduras no sirven de nada y acaban mal, tarde o temprano», dijo sin referirse directamente a Nicolás Maduro.