Washington. “Todo el mundo sabe que ella es marxista”, dijo Donald Trump de Kamala Harris durante el debate televisivo que los enfrentó, volviendo a utilizar una retórica recurrente en Estados Unidos, la del “miedo a los rojos”.
El objetivo del expresidente y actual candidato republicano es presentar a su rival demócrata como una peligrosa extremista de izquierda.
Kamala Harris marcó el tono en el duelo contra un Donald Trump a la defensiva
En las últimas semanas, Donald Trump incrementó sus acusaciones contra la vicepresidenta, calificándola de “marxista” y “comunista” o llamándola “camarada Kamala”, a pesar de que Harris nunca ha dejado de defender el capitalismo.
La demócrata sostiene tesis por completo ajenas a las del teórico alemán del siglo XIX o a las diversas corrientes de izquierda radical que derivaron de su pensamiento en el siglo siguiente.
Harris “no es marxista, no es comunista”, argumenta Thomas Zeitzoff, profesor de la American University. Pero para el bando republicano emplear tales términos “es una manera de ubicar (a sus rivales) en un extremo”, afirmó este especialista en violencia política.
Trump recurre así a una vieja táctica de la historia política estadounidense: la del “red baiting”, que consiste en provocar y atemorizar agitando un trapo rojo, precisó.
La estrategia consiste en colocarle a un opositor político “la etiqueta de comunista, socialista o rojo, no sólo para denigrarlo, sino también para obligarlo a responder y lograr que salgan a la luz rasgos desagradables”, explica Barbara Perry, profesora de Estudios Presidenciales en la Universidad de Virginia.
“Comunista”, “socialista”, “rojo”, son términos “muy connotados en este país”, marcado por varias oleadas de “miedo al rojo” tras las dos guerras mundiales, períodos en los que Estados Unidos tendió a “volverse sobre sí mismo” ante el temor de que la ideología marxista se expandiera, señaló.
En la década de 1950, en un contexto de rivalidad con la Unión Soviética, ello se tradujo en el macartismo, por el nombre del senador Joseph McCarthy, el principal “perseguidor de rojos y cazador de brujas” en el Congreso de Estados Unidos, recordó Perry.
Este conservador duro alertó sobre la supuesta infiltración de los comunistas en todos los estratos de la sociedad estadounidense, creando un clima general de paranoia, antes de caer en desgracia.
“El ‘red baiting’ tiene un larga historia en Estados Unidos y es interesante observar cómo hoy está retornando”, destacó a su vez Thomas Zeitzoff.
Para este investigador, el hilo conductor entre McCarthy y Trump es Roy Cohn, un abogado que fuera asesor del “cazador de rojos” y luego oficiara de mentor del magnate inmobiliario en los años 1970.
Kamala Harris se convirtió en la candidata del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre hace apenas unas semanas.
Trump ha recurrido al “red baiting” por un lado para pintar un retrato poco halagüeño de ella y por otro para azuzar el miedo entre los estadounidenses que no la conocen lo suficiente.
Para explicar esta elección del candidato republicano, tanto Zeitzoff como Perry recurren a la misma imagen: la de “los espaguetis que se arrojan contra una pared para ver cuántos se pegan”.
El expresidente pretende de todas maneras atraer a una determinada categoría de votantes simplemente “acusando a Kamala Harris de marxista”, en particular a los votantes hispanos y latinos, dice Zeitzoff.
Muchos de los votantes surgidos de esa comunidad clave desde el punto de vista electoral huyeron de Cuba o incluso de Venezuela y tienen una imagen muy negativa de todo lo que les evoque el comunismo.
Según Barbara Perry, Trump también se dirige a otra categoría de la población: la de los más veteranos. “Son personas que recuerdan el apogeo de la Guerra Fría” y que creen “incluso hoy que el comunismo es malo”.
En su libro “Nasty Politics”, Zeitzoff demuestra cómo este tipo de retórica, que echa mano a insultos, teorías de conspiración, campañas de intimidación, utilizada por líderes políticos en todo el mundo, en particular en Estados Unidos, ha demostrado cierta ineficacia a la hora de convencer a los votantes.
Pero es cierto también que las próximas elecciones estadounidenses serán “realmente reñidas” y se definirán por “márgenes verdaderamente estrechos”, matizó.