En septiembre de 2023, un deslizamiento masivo en un fiordo produjo una ola de 200 metros y una señal sísmica que se detectó en todo el planeta: no hubo muertos de casualidad, ya que en la zona suele haber cruceros
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Algunos descubrimientos empiezan como las películas de Hollywood, con un científico que detecta una señal extraña en la pantalla y al que se le descompone el gesto. Algo parecido le sucedió a Kristian Svennevig y su equipo del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia (GEUS) cuando en septiembre de 2023 descubrieron una señal sísmica de origen desconocido. Se trataba de un registro completamente diferente al que dejan los terremotos o las erupciones volcánicas, que contenía solo una frecuencia de vibración, como un zumbido monótono que se prolongó durante nueve días.
Muchos meses de trabajo después, y tras implicar a 68 científicos de 40 instituciones en 15 países, los investigadores han podido reconstruir los datos para descubrir la fuente de la señal, que se registró en sensores de alta sensibilidad en todo el planeta, desde el Ártico hasta la Antártida. La conclusión es que lo que ocurrió fue consecuencia de una catástrofe que tuvo lugar el 16 de septiembre en Groenlandia, y que no hubo víctimas mortales por una cuestión de suerte.
Ese día, la cima de una montaña que se eleva a 1.200 metros en el fiordo Dickson se derrumbó, provocando una colosal avalancha de roca y hielo que arrastró más de 25 millones de metros cúbicos y levantó un tsunami de 200 metros al impactar con el agua. La vibración se pudo detectar en todo el planeta. ¿Su origen? El desgaste de la base del glaciar por el calentamiento global.
El fiordo se encuentra en una ruta comúnmente utilizada por cruceros turísticos, pero por fortuna ese día no había ninguno por esta zona de Groenlandia. Los científicos llaman a estar alerta por posibles situaciones de este tipo que pongan en riesgo la vida de las personas y que serán cada vez más frecuentes debido al aumento de temperaturas.
En un trabajo publicado este jueves en la revista Science, los investigadores describen cómo el material cobró fuerza al canalizarse por el barranco, y al impactar contra las aguas produjo una primera ola de 200 metros que se quedó resonando en el fiordo, donde se produjeron olas de gran altura que se mantuvieron durante nueve días, como si alguien estuviera agitando el interior de una bañera (lo que en geología se conoce como un seiche).
“La señal era muy extraña y duró nueve días”, explica a elDiario.es Esteban Chaves, investigador del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORI-UNA) y coautor del trabajo. “Empezamos a buscar en otras estaciones cercanas y también se veía; extendimos la distancia y se seguía viendo. Se ve no solo en Groenlandia, sino en Europa, Estados Unidos, Costa Rica y hasta en la Antártida”.
El impacto no solo quedó registrado en los sismógrafos de todo el mundo, los investigadores también obtuvieron datos de un barco que navegaba a varios kilómetros de la zona. También encontraron pruebas de que olas de tsunami de cuatro metros de altura produjeron daños en la base de investigación en la isla de Ella Ø, a 70 km de distancia, además de destruir sitios de patrimonio cultural y arqueológico en todo el sistema de fiordos.
“Lo siguiente fue buscar imágenes desde los satélites y viajar hasta el lugar para ver la zona desde un dron”, señala Chaves. “Lo que vimos era muy claro. Es como si tuvieras una montaña compuesta de tierra y hielo y la cortaras por la mitad. Simplemente desapareció”.
Es como si tuvieras una montaña compuesta de tierra y hielo y la cortaras por la mitad. Simplemente desapareció
Los propios científicos podrían haber estado en el lugar cuando ocurrió el derrumbe, puesto que visitan la zona de vez en cuando. “Navegamos hasta el fiordo Dickson el año pasado para instalar instrumentos justo delante de la montaña unas semanas antes de que se derrumbara”, explica Søren Rysgaard, de la Universidad de Aarhus y coautor del estudio. “Es extraño pensar que todo el fiordo quedó inundado por una ola tan gigante poco después. Afortunadamente, nuestro instrumento sobrevivió y pudimos seguir el desarrollo de los acontecimientos en tiempo real”.
Las pruebas recogidas por el equipo muestran que este deslizamiento fue causado por el adelgazamiento de los glaciares en la base de la montaña en las últimas décadas, provocado en última instancia por el cambio climático. Las simulaciones numéricas, los datos de la red local de sensores oceanográficos y las imágenes satelitales confirman que el megatsunami resultante es uno de los más altos de la historia reciente.
Nunca antes en ningún lugar de la Tierra habíamos registrado directamente la oscilación del agua durante días causado por un solo evento
“Se trata del primer deslizamiento de tierra y tsunami observado en el este de Groenlandia, lo que demuestra que el cambio climático ya tiene importantes repercusiones allí”, explica Svennevig. “Nunca antes en ningún lugar de la Tierra habíamos registrado directamente la oscilación del agua durante días causado por un solo evento que duró solo unos minutos, en este caso un deslizamiento de tierra y hielo”, añade Stephen Hicks, investigador de la University College de Londres y coautor del estudio.
“Cuando se produce el deshielo, esos fluidos percolan en el terreno y producen fracturas que sirven de canales por los que se mueven desde la parte más superficial a la mas profunda de la montaña”, señala Esteban Chaves. “Este deslizamiento marca un antes y después, ahora tenemos que poner atención en los casquetes polares, pero también más cerca del trópico, donde las lluvias extremas pueden provocar el mismo efecto”.
El estudio concluye que, con la rápida aceleración del cambio climático, será más importante que nunca caracterizar y monitorear las regiones que antes se consideraban estables y proporcionar una alerta temprana de estos deslizamientos de tierra y tsunamis masivos.
Para el geólogo y divulgador Nahúm Méndez Chazarra, el artículo es muy interesante porque es capaz de establecer un vínculo claro entre calentamiento global y la ocurrencia de desastres geológicos potencialmente muy peligrosos. “Son capaces de provocar tsunamis que pueden alcanzar, como en este caso, 200 metros de altura, debido a que los fiordos sirven como un embudo que lo amplifica, pudiendo provocar muchísimos daños e incluso víctimas mortales”.
Esto no es la primera vez que ocurre, recuerda el especialista. “En 2017, en la costa oeste de Groenlandia, el municipio de Nuugaatsiaq tuvo que ser abandonado tras ocurrir un deslizamiento que a su vez provocó un tsunami de hasta 100 metros de altura y que causó cuatro víctimas mortales”, relata. “¿Qué podemos extraer como lección? Que tenemos que hacer énfasis en la vigilancia de este tipo de fenómenos, ya que, si el calentamiento global se acelera como se espera, este tipo de eventos van a ser cada vez más habituales”.
Es probable que podamos ver más fenómenos de este tipo por el calentamiento en Groenlandia. Habrá que estar vigilantes
Raúl Pérez, geólogo del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) valora especialmente la colaboración de decenas de expertos que ha requerido este trabajo, a medida que rastreaban la señal. “Han ido tirando de un hilo muy pequeño y se han encontrado con un fenómeno que es el cambio global del que somos responsables en gran medida”, asegura. “Es probable que podamos ver más fenómenos de este tipo si continúa el calentamiento en Groenlandia por los ríos atmosféricos cada vez más frecuentes. Habrá que estar vigilantes”, concluye.