En el salón de la fama de fundadores de empresas tecnológicas, Steve Jobs se destacó no solo por su visión innovadora, sino también por su inconfundible singularidad, la cual se revela como el núcleo de su extraordinario éxito.
A lo largo de su vida, Jobs demostró repetidamente que su estilo de liderazgo fue el pilar sobre el que se construyó el impresionante éxito de Apple. Pero, ¿qué moldeó a este icónico líder?
El genio de Steve Jobs tiene raíces profundas en una filosofía de vida forjada por tres influencias clave:
Adoptado y sometido a constantes cambios de escuela, Jobs enfrentó la exclusión y la dificultad de adaptación, experiencias que lo llevaron a una vida solitaria.
Durante su último año de secundaria, comenzó su adicción al LSD. Polémico, describió la experiencia como "el sentimiento más maravilloso de mi vida hasta ese momento".
A los 19 años, emprendió un viaje a la India en busca de iluminación espiritual. En ese momento de su vida pasó siete meses en el monasterio de Áshram con varios gurús.
Este viaje y la práctica del budismo Zen, dejó una huella indeleble en su visión del mundo. Toda esa perspectiva se refleja en un correo que se envió a sí mismo poco antes de su fallecimiento.
En un conmovedor correo electrónico enviado desde su iPad el 2 de septiembre de 2010, Jobs expresó de manera introspectiva cómo su vida y logros no son solo producto de su esfuerzo individual, sino también de una vasta red de contribuciones ajenas.
El correo dice: "Siembro un poco de la comida que como, pero no creé ni perfeccioné las semillas. No produzco mi propia ropa, hablo un idioma que no inventé, ni descubrí las matemáticas que utilizo. Estoy protegido por libertades y leyes que no concebí ni legislé, y que no hago cumplir ni adjudico. Cuando necesité atención médica, no pude curarme por mí mismo. No inventé el transistor, el microprocesador, ni la programación orientada a objetos, ni la mayoría de las tecnologías con las que trabajo. Amo y admiro a mi especie, a los vivos y a los muertos, y mi vida y bienestar dependen completamente de ellos."
A lo largo de su vida, Steve Jobs vivió en Estados Unidos, pero sus valores reflejan una profunda influencia de la filosofía oriental. Mientras la tradición occidental se centra en el individualismo y la libertad personal, las filosofías provenientes de India y China ponen énfasis en la interdependencia y el bien colectivo.
En el hinduismo y el budismo, el ego se considera insignificante frente a la inmensa red de factores que influyen en la existencia. Las prácticas de Yoga y meditación buscan controlar el ego y conectar a las personas con un sentido de totalidad.
Este correo electrónico de Jobs sirve como una síntesis de estos principios, mostrando su reconocimiento de que su éxito y vida no son únicamente el resultado de sus esfuerzos individuales.
En lugar de considerar su posición en Apple como un logro aislado, Jobs entendía que era parte de un entramado mucho más amplio de influencias y contribuciones.
Aunque al final de su vida expresó una profunda gratitud por su insignificancia en el gran esquema de la existencia, esta filosofía también tuvo un efecto complejo en su salud, revelando las tensiones entre su visión idealista y los desafíos personales que enfrentó.
Steve Jobs falleció el 5 de octubre de 2011, después de una dura batalla con un cáncer de páncreas, una forma de cáncer que es en su mayoría de veces es letal. Aunque en su caso, el cáncer se encontraba en el pequeño porcentaje que tenían posibilidad de cura, Jobs eligió un enfoque poco convencional para tratar su enfermedad.
En lugar de someterse a tratamientos médicos tradicionales, se volcó en terapias alternativas, incluyendo la sanación espiritual, el consumo de raíces medicinales, y una dieta estrictamente vegetal.
Tras nueve meses de experimentar con estos métodos, la presión familiar finalmente lo llevó a considerar una cirugía convencional. Sin embargo, para ese momento, el cáncer ya se había diseminado a los tejidos circundantes del páncreas.
Cuando su biógrafo, Walter Isaacson, le preguntó sobre su decisión de evitar la cirugía inicial, Jobs respondió que veía la intervención quirúrgica como una violación de su cuerpo, una perspectiva que con el tiempo llegó a lamentar.
Isaacson describió cómo Jobs a menudo prefería ignorar los problemas que no quería enfrentar, manteniendo una visión optimista y mágica de las posibilidades.
Esta mentalidad le había servido en el pasado para superar obstáculos y alcanzar sus metas. No obstante, en la crucial batalla contra su enfermedad, esta misma actitud acabó contribuyendo a su prematura muerte.
La filosofía de vida que en muchos aspectos definió su éxito resultó ser, en última instancia, perjudicial para su salud.