Sobre suelo, en tejados, en satélites en el espacio... y ahora también veremos paneles fotovoltaicos flotando sobre agua. Este tipo de plantas ya cuenta con luz verde para desplegarse en los embalses de titularidad estatal de nuestro país. El pasado mes de julio, el Consejo de Ministros aprobó un real decreto que regula las bases para conceder los permisos con los que levantar estas infraestructuras en pantanos artificiales: podrán ocupar entre el 5 y 15% de la superficie; las concesiones tendrán una duración máxima de 25 años; no se colocarán en lagos, lagunas o cualquier otra masa de agua que no sean artificiales o no estén muy modificadas y nunca se instalarán en aquellas que se encuentren bajo la tutela de alguna figura de protección ambiental. Para apuntalar el despegue de esta nueva tecnología, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) lanzará, a partir del próximo 30 de septiembre, una línea de ayudas que subvencionará proyectos innovadores de instalaciones fotovoltaicas flotantes iguales o superiores a 500 kWp, aisladas o conectadas y ubicadas en cuerpos de agua permanentes e interiores (embalses, estanques, balsas mineras, industriales, de riesgo...). La convocatoria cuenta con una dotación de 30 millones de euros. Se da así el pistoletazo de salida a una tecnología que en los últimos años se venía desarrollando tímidamente en balsas de riego de comunidades de regantes sobre todo (se calcula que hay entre 60.000 y 80.000 en los campos españoles). Y en algunas ocasiones también en cuerpos de agua de diferentes industrias, de cuencas mineras, o en depuradoras, desaladoras y hasta en piscifactorías. Proyectos siempre enfocados al autoconsumo. Con la nueva regulación, la fotovoltaica flotante entra en una nueva dimensión en nuestro país. Como renovable que es, podría desempeñar un importante papel en el mix energético de la descarbonización. «Abre nuevas oportunidades para aumentar la capacidad de generación eléctrica de origen renovable, dado que no compite por el terreno con otros usos y actividades», figura en el real decreto aprobado en julio. Un informe del Banco Mundial de 2018 apuntaba el potencial de esta tecnología cuando se instala en embalses: si se utilizara el 10% de la superficie total de los pantanos artificiales de agua dulce creados por el hombre en todo el mundo se generarían más de 4 TW de potencia. También SolarPower Europe, la principal asociación del sector fotovoltaico europeo que reúne a más de 300 organizaciones, señalaba en un estudio reciente que esta tecnología sobre embalses y lagos de canteras está ganando adeptos en el Viejo Continente y ofrece un futuro prometedor siempre y cuando se salven algunos obstáculos como la falta de apoyo político, los complejos procedimientos burocráticos para conceder permisos y la aceptación social. Hoy en Europa hay unos 451 MW de fotovoltaica flotante conectada a la red. Esta organización estima que si se cubriera con paneles fotovoltaicos el 10% de la superficie total de los embalses europeos se produciría el 6% del consumo eléctrico anual de la UE. España no puede perder el pulso en el crecimiento de un mercado que SolarPower Europe estima en un 22% anual. Por un lado, somos el país de la Unión Europea con más embalses. Contamos con 1.225 grandes presas, según el Comité Nacional Español de Grandes Presas. Por tanto, contamos con espacio para desplegar estas plantas. La idea es que la fotovoltaica flotante hibride con la hidroeléctrica. Son dos fuentes renovables que se complementan, como sugería el Banco Mundial. Durante el día la planta fotovoltaica volcaría energía a la red eléctrica y durante la noche lo haría la central hidroeléctrica, que tampoco pueden estar en funcionamiento durante las 24 horas los 365 días del año. Además, ambas infraestructuras podrían compartir el mismo punto de conexión para evacuar a la red. Por otro lado, el despliegue de esta tecnología es un impulso para una industria made in Spain. «La fotovoltaica flotante es tecnología española», asegura José Donoso, director general de UNEF (Unión Española Fotovoltaica). «Desarrollar proyectos aquí -afirma- afianza toda la cadena de valor de las estructuras de flotación de los paneles fotovoltaicos y de las ingenierías». Se trata de una solución con mucho margen para instalar en distintas ubicaciones. En los embalses, pantanos y lagos es una de sus potencialidades. Una de las ventajas de estas plantas es que llegan donde no hay terreno y aprovecha las masas de agua que ya existen (desde una antigua cantera, a balsas de riego, grandes estanques o piscifactorías). Por eso, están despuntado con fuerza en países asiáticos como China, Singapur y Taiwán, donde escasea el suelo por la enorme densidad de población, el avance de las renovables y la necesidad de cultivos. Es decir que la fotovoltaica flotante no compite con otros usos. También resulta muy interesante en islas, con limitaciones de terreno y medioambientales, o en zonas montañosas y escarpadas. Además es una tecnología que presenta otras ventajas. La fotovoltaica flotante tiene mejor rendimiento energético gracias a los efectos de enfriamiento del agua, aumenta la superficie de sombra sobre la lámina de agua lo que permite reducir la evaporación y protegen del crecimiento de algas. «La fotovoltaica flotante interesa en aquellos lugares donde hay una ventaja añadida, porque sus costes son superiores a la fotovoltaica sobre suelo. Interesa cuando hay limitaciones de terreno, existen otros usos, o por ejemplo en balsas de riego donde el agricultor no puede perder espacio de cultivo para instalar renovables», indica Donoso. Una de las empresas pioneras que ha apostado por estas soluciones es EDP. Comenzó en 2016 con un primer proyecto piloto en el embalse del Alto Rabagão (Portugal). «El objetivo era probar la tecnología solar flotante en un gran embalse hidroeléctrico en las condiciones más adversas de instalación, con una gran profundidad y variación del nivel del agua y conectado a la red eléctrica utilizando la infraestructura existente. Y el piloto contribuyó a demostrar el potencial técnico y económico de esta innovadora hibridación», cuentan desde EDP. Además, «demostró que -añaden- las temperaturas más bajas cerca de la superficie del agua permiten reducir la temperatura de los paneles fotovoltaicos, aumentando su eficiencia. Se han observado beneficios de hasta el 10% en el proyecto piloto y una media anual de alrededor del 4% en comparación con soluciones equivalentes fijas y terrestres». En 2022, EDP puso en funcionamiento el mayor parque solar flotante sobre un embalse de Europa. Se trata de una plataforma de unos 12.000 paneles fotovoltaicos en el pantano de Alqueva (Portugal). «Es un sistema de gestión inteligente en combinación con una instalación de baterías para almacenar unos 2 MWh y con la propia hidroeléctrica. En total ocupa cuatro hectáreas, equivalentes al 0,016% de la superficie del embalse. Producirá 7,5 GWh/año, abasteciendo a más del 30% de los hogares de la región, unos 1.500», dicen desde la compañía. Sobre el pantano de Sierra Brava (Zorita, Cáceres), Acciona ha construido una planta fotovoltaica de 12.000 m2 (ocupa el 0,07% de la superficie del embalse). Sirve de laboratorio para probar nuevos sistemas de flotación, paneles, inclinaciones, orientaciones... «Está operativa desde julio de 2020 y es la primera planta fotovoltaica flotante conectada a la red en España. Es un banco de ensayos que nos permite adquirir el conocimiento necesario en la construcción, operación y mantenimiento y seguimiento medioambiental para el escalado a proyectos comerciales», comentan fuentes de la compañía. La ingeniería Sivortex trabaja desde hace más de una década en el diseño de plantas fotovoltaicas flotantes sobre balsas de riego, sobre todo. «Es una tecnología que va a tener mucho desarrollo para comunidades de regantes que se tienen que modernizar, ser más sostenibles y controlar sus consumos. Aprovechan así una infraestructura que ya está construida y almacena agua, en lugar de usar terrenos de cultivo. Necesitan que haya el mayor autoconsumo posible», sostiene Carlos Badia, CEO de Sivortex. Esta ingeniería también ha construido una planta en una bahía de Taiwán y está desarrollando otra en el Canal Segarra-Garrigues, que está llamada a convertirse en el mayor parque solar fotovoltaico flotante de Europa con 15 MW. Este canal está destinado al regadío de más de 70.000 hectáreas de cultivo de varias comarcas leridanas. «Son 100 kilómetros de canal para autoconsumo con sistema de fotovoltaica flotante que se instalarán en principio en siete balsas de riego, con la intención de ampliar a otras 13», detalla Badia. La Comunidad Autónoma de las Islas Baleares ha realizado una gran apuesta por esta tecnología con su Plan de Solarización de Balsas de Riego. «Tenemos once ubicaciones. Planeamos instalar 13 MW. Es un objetivo ambicioso que cuenta con estas balsas de riego que no ocupan terreno para poder instalar generación y que además acerca la producción de energía a zonas rurales donde tienen más difícil acceso», dice Diego Víu, director general de Economía Circular, Transición Energética y Cambio Climático de esta comunidad. Ya está en marcha la primera instalación flotante en la balsa de Consell de 100 kW. Otros cuatro sistemas se instalarán próximamente y el resto hasta 2026. «Apostamos por esta tecnología por aprovechar el espacio. Estas soluciones tienen un valor añadido en territorios pequeños como las islas con suelo finito y con muchas zonas protegidas donde no hay tanta disponibilidad de terreno. Son además instalaciones modulares que nos permite ampliar con mucha facilidad según las necesidades», indica Víu. Iberdrola construirá su primera planta con esta tecnología en Brasil, la Comunidad de Regantes de Mérida ya usa este sistema para bombear agua para riego, la empresa toledana Finca Hualdo también... Nuevas experiencias que marcan el rumbo de la fotovoltaica flotante en la transición energética.