Vinicius es un buen jugador de fútbol, vaya por delante. Sus recientes declaraciones intentando erosionar a España utilizando el tema del racismo han generado un aluvión de reacciones en su contra. Desconocemos si el brasileño era consciente de la repercusión que iba a tener su diatriba o, de lo contrario, se trata de otra de sus bravuconadas para reforzar su faceta de líder espiritual y de adalid de la lucha contra el racismo. Hay muchas maneras de combatir esa lacra, pero cuestionar la celebración de un Mundial por eso es difícil de entender o encierra algún otro motivo. No se acaba de entender qué le llevó a pegarse semejante tiro en el pie. Ponerse a todas las aficiones, incluida la tuya, en contra no parece una buena estrategia de imagen para un futbolista que deberá desfilar por todos los campos españoles cada quince días.
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