Pedro Sosa tenía ya planes para su jubilación el día que la vida le cambió radicalmente tras un accidente en acto de servicio en Gran Canaria en el que se arriesgó para salvar la vida de un niño. Aún espera respuesta del Ayuntamiento después de que el Instituto Nacional de Seguridad Social le reconocieran el accidente laboral
Cuando Pedro despertó de un coma inducido de nueve días en el que afirma haber muerto dos veces, solo recordaba un instante anterior, en el que se agarró de un poste en mal estado que no logró evitarle una caída de casi diez metros después de salvar la vida a un joven del centro de menores de La Montañeta, en Gran Canaria.
El día en que casi muere, el 6 de julio de 2020, comenzó con una jornada laboral dura como casi todas, charlando con su compañero Carlos Domínguez acerca del futuro y la jubilación, una jubilación lejos del fuego, los hospitales, los anestesistas y los abismos. Entonces Pedro tenía 57 años y llevaba 41 al servicio de los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria.
El bombero relata una vida laboral en que la que tanto él como sus compañeros han tenido que hacer auténticos “malabarismos” e improvisar en las emergencias para sortear la falta de material necesario en cada situación que se les presenta, ninguna igual a la anterior.
Aquella tarde de julio recibieron una llamada urgente del centro de menores de La Montañeta, en Gran Canaria donde encontraron a un interno que se había subido a una valla situada a unos ocho metros de altura, no como las que ahora recubren el centro, sino un mallazo endeble como los que antiguamente delimitaban la propiedad de los cercados agrícolas. Pedro no se lo pensó dos veces a pesar de no contar con el material necesario e intentó acercarse al joven para disuadirle del peligro al que se estaba exponiendo. En un momento dado, el joven zarandea fuertemente la valla y Pedro quiere evitar la caída sujetando un poste en mal estado, precipitándose al vacío.
“En aquel entonces el joven era menor de edad, ahora ya es un hombre”, recuerda Pedro, que no hace ningún otro comentario sobre el chico y que no tiene reparo en señalar el lugar donde se produjo la caída in situ, completando su relato con la ayuda de su compañero Carlos Domínguez, con el que otrora hablaba de planes de jubilación. Domínguez no olvida “cómo sonó la caída” y no quiso comentar delante de su compañero los pensamientos que en aquel momento le helaron la sangre.
Una tragedia así no debería venir aparejada de más inconvenientes que los que lleva consigo: tres operaciones quirúrgicas para salvar órganos internos como el hígado, un coma inducido de un mes, la incapacidad física, pero en ocasiones, la administración no responde.
La inspección realizada por el Ministerio de Trabajo resolvió un expediente de recargo de prestaciones de un 40%, 39.708,03 euros, a pagar por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria “por falta de medidas de seguridad y salud en el trabajo” en aplicación del artículo 164 del Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social. En el trámite de audiencia, celebrado 24 días después del accidente, ambas partes mostraron estar de acuerdo y no se presentaron alegaciones al pago. El Instituto Nacional de la Seguridad Social corroboró la resolución y, sin embargo, cuatro años después, el Ayuntamiento continúa sin pagar a Pedro.