Donald Trump aseguró en un discurso en Nueva York que, si gana las elecciones de noviembre, pondrá a Elon Musk al frente de una comisión para controlar el gasto y las regulaciones en los organismo públicos federales de EE.UU.. En la explicación que dio el expresidente de EE.UU. ante el Economic Club de Nueva York, esa comisión tendrá amplios poderes: llevará a cabo una «auditoría financiera y de desempeño completa de todo el Gobierno federal», hará «recomendaciones para reformas drásticas» y buscará maneras de «eliminar fraude y pagos indebidos en seis meses». Trump prometió que ahorrará «billones de dólares , será algo enorme, y a cambio del mismo servicio que tenemos ahora mismo». El señalamiento de Musk es una nueva muestra de la alianza entre el candidato republicano y el hombre más rico del mundo. Musk, que lidera gigantes empresariales como Tesla o SpaceX, ha vivido una transformación ideológica brusca sobre Trump, a quien criticó con dureza hasta 2020. Sobre todo desde la compra de la red social Twitter -que después rebautizó como X-, ha sido muy crítico con los demócratas y muy amable con Trump , en especial por cuestiones relacionadas con la libertad de expresión y la corrección política. El pasado julio, ofreció el apoyo a su candidatura pocos minutos después de que el expresidente sobreviviera de milagro a un intento de asesinato en un mitin en Pensilvania. Desde entonces, es un defensor constante de Trump en su red social e invitó al multimillonario neoyorquino a una charla en directo en X. Allí le propuso una comisión de control de gasto público como una de las herramientas para controlar la inflación. «Estaría feliz de ayudar en una comisión así» , dijo el mes pasado y este jueves confirmó su disposición poco después del discurso de Trump aquí en Nueva York: «Estoy listo para servir a EE.UU. si surge la oportunidad. No necesito salario, ni cargo, ni reconocimiento». Es cuestionable cómo podría compatibilizar Musk una responsabilidad de ese tipo, influyendo en las regulaciones y el gasto de agencias públicas, con su desempeño en la empresa privada. Es muy posible que incurriera en situaciones de conflicto de interés : Tesla se beneficia de abundantes ventajas fiscales federales, SpaceX tiene como mayor cliente a la NASA, la red social X está regulada por la Comisión Federal de Comercio y Neuralink, su empresa de implantes cerebrales, por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, en sus siglas en inglés). Trump prometió esa comisión auditora entre otros anuncios económicos, que le servirán de munición para el debate que mantendrá con su rival por la Casa Blanca, la demócrata Kamala Harris, este martes en Filadelfia. En la víspera, Harris había prometido multiplicar por diez las deducciones fiscales para las pequeñas empresas y rebajar el incremento en impuestos para las ganancias de capital que había prometido el candidato de su partido hasta el mes de julio, Joe Biden. Como respuesta, Trump ofreció rebajar el impuesto de sociedades al 15% -Harris quiere elevarlo del 21% actual al 28%- para las compañías «que hagan sus productos en EE.UU. Mi mensaje es claro: fabricad vuestros productos en EE.UU. y solo en EE.UU.» Como en cada elección, la economía está entre las principales preocupaciones de los votantes. En esta campaña, después de haber sufrido niveles de inflación muy altos desde 2022, es todavía más relevante. La mayoría de los estadounidenses consideran que la economía iba mejor con Trump que con la Administración Biden-Harris. La vicepresidenta ha conseguido reducir la brecha con Trump en la percepción de los votantes sobre cómo gestionaría cada uno la economía. Pero, según una encuesta reciente de 'The Wall Street Journal', el candidato republicano todavía mantiene una distancia de ocho puntos respecto a Harris en ese aspecto y de cinco puntos sobre quién gestionaría mejor la inflación.
