Pedro Sánchez ha iniciado la catarsis. El cambio, aunque limitado y de carácter quirúrgico, tiene un profundo calado. El presidente da un nuevo giro de timón, cambia el epicentro de su núcleo duro, el cerebro de la línea estratégica de Moncloa. El perfil de Diego Rubio, nuevo jefe de Gabinete, es radicalmente diferente al de su predecesor Óscar López. Sánchez pasa de un pura sangre del PSOE a un perfil independiente. De un veterano a una mirada nueva. De lo político a lo estratégico. Y, sobre todo, rompe el cordón umbilical entre La Moncloa y el PSOE.
La incertidumbre es total sobre los primeros pasos que dé Rubio al frente de su nuevo cargo, sobre todo, en cuanto a la continuidad de Antonio Hernando y Paco Salazar. Su elección de una mano derecha, quién sea su jefe de Gabinete, permitirá avanzar cuál va a ser la línea estratégica del Gabinete. Fuentes consultadas anticipan que es probable que promueva cambios importantes, con fichajes nuevos y perfiles más jóvenes e independientes, sin recurrir al caladero del PSOE.
Diego Rubio llegó a La Moncloa de la mano de Iván Redondo y su Oficina de Prospectiva y ha ido escalando posiciones, ganándose la confianza de Sánchez, hasta llegar a situarse en su órbita más próxima. Quienes le conocen señalan que, si bien supone volver al terreno de la estrategia más propio de Redondo, su perfil no tiene nada que ver. Rubio es un académico, un historiador con premio nacional de excelencia académica y estudios en universidades como La Sorbona y Oxford, es independiente y no tenía trayectoria política cuando llegó a La Moncloa en 2020.