La discusión sobre si la tala de un árbol ocurrió en una zona considerada como bosque, humedal, zona marítimo-terrestre, potrero con árboles o área de repastos nos hace perder de vista lo verdaderamente crucial: la importancia de un solo árbol en un bosque tropical lluvioso y la importancia de los humedales.
Estos tipos de ecosistemas son el hogar de una asombrosa cantidad de biodiversidad, lo que hace que nuestro país albergue el 7 % de la biodiversidad mundial.
En el 2023, Costa Rica registró 11.119 especies de plantas vasculares, de las cuales 2.549 son especies de árboles. La diversidad arbórea es impresionante, pero también preocupante: el 15,7 % de estas especies están amenazadas. La deforestación, el cambio climático y la explotación desmedida han llevado a 402 especies de árboles al borde de la extinción: 160 están clasificadas como “vulnerables”, 211 “en peligro” y 31 en “peligro crítico” en el país.
Las especies endémicas, aquellas que solo existen en áreas específicas, son especialmente vulnerables, con 226 en peligro en diversas categorías de amenaza.
Cabe recordar que un solo árbol en un bosque tropical es mucho más que un simple ser vivo. Es un microcosmos que alberga una vasta red de vida. Un solo árbol sostiene entre 50 y 100 especies de epífitas, como orquídeas, bromelias y musgos. Además, aunque las aves suelen moverse entre varios árboles, uno puede ser visitado por docenas de especies de aves para alimentarse, anidar o descansar.
En cuanto a los hongos, varias docenas de especies se pueden encontrar en un solo árbol, especialmente si se considera la micorriza asociada a sus raíces. Incluso los microorganismos, aunque no se cuenten por especies como los otros organismos, están presentes en millones, tanto en el suelo como en la superficie de las hojas y la corteza del árbol.
Un ejemplo impresionante de la biodiversidad que alberga un solo árbol se observó en estudios realizados en Panamá, donde en un ejemplar de Luehea seemannii se hallaron hasta 1.200 especies de insectos, incluidas 682 de herbívoros, 296 de depredadores, 69 de fungívoros y 96 de carroñeros.
Por otro lado, los humedales, a menudo subestimados, son ecosistemas de importancia crítica. Estos entornos, cubiertos de agua de manera constante o temporal, son algunos de los ecosistemas más valiosos y productivos del planeta. Regulan el ciclo hidrológico, controlan inundaciones y filtran contaminantes, y alrededor del 40 % de las especies de plantas y animales del mundo dependen de ellos para sobrevivir.
A pesar de su valor, los humedales están en peligro. Desde la década de los 70, las especies que dependen de los humedales continentales experimentan un declive mayor que las de otros ecosistemas. Muchas de estas especies están al borde de la extinción.
Costa Rica, con más de 307.000 hectáreas de humedales registradas en su inventario nacional, enfrenta este desafío. Los humedales de la unidad Caribe Sureste, por ejemplo, son ricos en diversidad, pero han sido gravemente alterados por actividades agroindustriales y ganaderas, lo que compromete su capacidad ecológica.
A pesar de estos desafíos, la unidad Caribe Sureste alberga 502 especies de flora y 349 de fauna, una evidencia de la riqueza natural que persiste en estos paisajes.
El complejo Gandoca-Manzanillo, un humedal de importancia internacional bajo la Convención Ramsar, es un ejemplo destacado de la biodiversidad costarricense. Fue declarado sitio Ramsar por sus humedales boscosos de agua dulce, playas de arena o guijarros, humedales intermareales arbolados, lagunas costeras salobres o saladas, pantanos, esteros y charcas permanentes de agua dulce, que son todos cruciales para la biodiversidad del país.
Estas cifras resaltan la significación de cada árbol y humedal en los bosques tropicales, así como la necesidad de reconocer su verdadero valor. Perder un solo árbol o un pequeño humedal no es un hecho menor; significa la pérdida de un ecosistema que contribuye al equilibrio y la salud de nuestro planeta.
Por ello, cuando oímos frases como “solo fueron 23 árboles” o se menciona la degradación de un humedal, debemos recordar que detrás de esos números hay mucho más que madera o tierra: hay vida.
Es crucial que trabajemos activamente para conservar estos ecosistemas, que no solo sostienen una vasta diversidad de vida, sino que desempeñan un papel vital en la protección de nuestro planeta. Salvaguardarlos es una inversión en nuestro futuro y en la salud del mundo natural, del cual todos dependemos. Además, no debemos olvidar que el verdadero atractivo natural para la industria turística del Caribe sur reside precisamente en el paisaje formado por los bosques y humedales que lo caracterizan.
El autor es analista ambiental y fue presidente del Consejo Científico de Cambio Climático de Costa Rica.