Se acercaba la hora para que Sherman Guity compitiera en la final de los 100 metros planos en los Juegos Paralímpicos París 2024, en la que el costarricense obtuvo la medalla de oro con récord paralímpico incluido, al completar la prueba T64 con un tiempo de 10:65.
La indecisión invadió a Ana Guity Guity, la orgullosa madre del velocista. Ella no quería perderse la carrera de su hijo mayor, pero tampoco quería verlo. Entre el dilema, lo único que sentía era que el corazón se le iba a salir del cuerpo, con esa mezcla de emociones juntas.
“No tiene explicación, tenía tantos nervios, estaba demasiado estresada y hasta lágrimas solté cuando escuché a mi otro hijo gritando que Sherman ganó, porque yo no quería ni ver. Él gritaba como loco y yo también empecé a gritar llorando”, relató Ana Guity a La Nación.
Ella tuvo una extensa conversación con Sherman el día antes de la competencia. Y aunque quería transmitirle confianza y seguridad, en realidad, durante la charla, todo fue al revés.
Sherman Guity: ‘La verdad estoy sin palabras; no me lo creo’
“Le pregunté que si estaba nervioso y me respondió que no, que estaba muy tranquilo. Yo le tuve que decir que, en mi caso, sí me encontraba muy nerviosa. Al escuchar eso, me dijo: ‘Todo bien, mami’. Yo solo pude responderle que él sabe que es mi campeón”, relató.
Doña Ana afirma que Sherman es su gran orgullo y el de sus hermanos, pero también lo es de todo un país. Como madre, insiste en que no tiene palabras para describir este momento, este sueño dorado.
Simplemente está feliz, contenta por el resultado, siendo testigo en primera fila de que el esfuerzo y el sacrificio combinados con el talento depararon esa medalla de oro para Sherman Guity y para toda Costa Rica en los Juegos Paralímpicos.
Sherman Guity, el atleta que soportó el dolor agarrado de una promesa
“En la carrera anterior estaba toda emocionada, pero cuando se cayó, viera cómo me puse yo; tenía miedo de verlo, me quedé muy preocupada. Por eso es que mejor no vi la final, aunque quería verla como de reojo, pero estaba demasiado tensa”.
Cuando atendió a La Nación, doña Ana contó que le había hecho muchas llamadas a Sherman, pero que aún no lograba hablar con él.
La razón es que, tras la carrera, el paratleta tuvo que ir al control antidopaje, como dicta el protocolo. Sin embargo, la voz se le entrecortó a la mamá de Sherman cuando supo que él tuvo estas palabras hacia ella desde París: “Yo le digo que la amo mucho, que gracias por traerme al mundo, que esta medalla es para ella y que espero que esté súper contenta”.
“Mi amor... Dijo eso y yo no lo he escuchado aún; estoy demasiado orgullosa, es mi campeón, el número uno del mundo como él quería”, replicó Ana Guity.
Con eso, era imposible que a su mente no se le viniera un sinnúmero de recuerdos, como cuando ocurrió aquel accidente en agosto de 2017, cuando le tuvieron que amputar el pie izquierdo.
“Aquel día, cuando yo estaba en el hospital, apenas me vio, se soltó a llorar y lo único que me decía era: ‘No voy a volver a correr’. Le respondí que sí podía. Yo no tenía tanta información, ni sabía el nombre, pero mis palabras fueron: ‘Claro que sí, usted puede seguir corriendo’.
Él se quedó pensando en si eso era verdad. Cuando llegó el entrenador a verlo, le dijo que efectivamente podía ser paratleta. Desde ese momento, se le quitó la tristeza, se puso contento, le volvió la sonrisa y ya se olvidó de todo. Ahí prometió que sería campeón del mundo y vea...”, relató Ana Guity.
Recuerda que de niño él siempre vivía corriendo y jugando con sus hermanos, a ver quién ganaba. Nunca le habló de que realmente el deporte era lo que más le gustaba y hasta que estuvo más grande fue que quiso meterse a atletismo.
“Sherman es el mejor, él es mi hijo y es mi campeón”, insistió Ana Guity con mucha emoción.