El Gobierno ha dado pasos importantes en algunas reformas estructurales que tienen como objetivo reducir los costos del sector privado.
Dentro de las más importantes se pueden señalar:
En la dulce espera del blanqueo y el RIGI
Sobre esta última medida, debe señalarse que el impuesto PAIS genera más distorsiones que otros gravámenes. Es una protección adicional que se agrega a una estructura arancelaria con niveles medios muy elevados y que, por lo tanto, tiene un sesgo antiexportador importante: los precios de venta al mercado interno (y por lo tanto los márgenes brutos) que obtiene un productor nacional resultan muy superiores a los que obtiene cuando exporta. Además, se encarecen los insumos que utiliza quien vende al exterior quien habitualmente enfrenta una mayor presión competitiva que la que existe en el mercado local.
El Gobierno decidió reducir este impuesto sin compensar su efecto con una depreciación adicional en el tipo de cambio oficial. Esto debería producir alguna reducción en el nivel general de precios (no en la tasa de variación de cada mes luego de computarse ese efecto inicial). Pero el efecto total puede demorar algún tiempo en concretarse.
Un cambio en el precio de un insumo tendría un efecto inmediato en los precios en mercados contestables. Pero en la práctica rara vez hay mercados con esas características. Las presiones competitivas tienen efecto a lo largo de varios meses sin que en otros países ello genere una intervención de las oficinas de defensa de la competencia. Incluso algunos analistas sostienen que puede haber retornos superiores a los normales durante bastante tiempo; pero en la medida en que se vayan reduciendo o eliminando no se percibe que el Gobierno tenga la posibilidad de lograr un resultado mejor.
Por ejemplo, aún en mercados competitivos como es el caso del mercado de combustibles minorista de Estados Unidos existen estudios de Dennis Carlton que muestran una respuesta asimétrica a los cambios en el precio del petróleo (insumo principal), más rápida en las subas. Esto se ha explicado por la demora que pueden tener las estaciones de servicio en vender los stocks comprados al precio viejo. En un mercado de productos no homogéneos ese mayor precio transitorio no resulta en una pérdida de volúmenes importante aun cuando algunos competidores reaccionen más rápido que otros, entre otras razones porque las estaciones de servicio tienen algún poder de mercado local (es decir en el vecindario donde operan no enfrentan una curva de demanda muy elástica).
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En el mismo sentido, hay estudios que muestran que los cambios en la tasa del IVA se trasladan al precio final, pero no necesariamente se observa siempre un passthrough total. En el caso de México, Mariscal y Werner encuentran un traslado parcial de cambios en la tasa del impuesto en las reformas de 1995 y 2014 aunque en un trabajo más reciente Calderón y otros encuentran un mayor traslado a precios de los cambios en el IVA de las ventas en la zona fronteriza de México, sobre todo en los negocios más formales. En la Argentina, en el caso de la rebaja del IVA de 2019 Santiago Garriga encuentra que el traslado a precios fue casi completo en el caso de los supermercados, pero mucho menor en los comercios de cercanía que probablemente tengan algún poder de mercado local o estuvieran evadiendo parcialmente el impuesto que regía antes de la rebaja.
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A la luz de esta experiencia debería esperarse que el efecto de la rebaja del impuesto PAIS se refleje en menores precios en forma paulatina en el agregado, pero más rápido para las actividades cuya cadena de comercialización es más formal.
La reducción del impuesto PAIS y las otras reformas mencionadas al comienzo de esta nota son muy importantes y seguramente tendrán un efecto positivo en el mediano plazo. Por ello, no es tan relevante su impactan en la tasa de inflación del mes de septiembre. Las urgencias de corto plazo no deben nublar la importancia de eliminar distorsiones que generan incentivos perversos para el buen funcionamiento de la actividad privada.