Como ganar en el tiempo de descuento también vale, el Atleti se va al parón de selecciones con una bombona de oxígeno en forma de victoria en San Mamés, maquillando el pinchazo inesperado de empatar con el Espanyol en casa en la jornada entre semana. Decir que los de Simeone hicieron un buen partido en la Catedral sería engañarse, pero sí parece que hay una importante corrección con respecto a la temporada pasada, y es que el equipo lleva tres jornadas seguidas sin recibir gol.
Para hacer crecer el equipo, el entrenador argentino sabe que todo empieza por frenar la sangría de goles encajados que hizo imposible competir el curso anterior y eso sí se está consiguiendo. Ese factor fundamental se está logrando, pero llegados a la primera fecha internacional, es evidente que hay mucho trabajo por hacer.
Los rojiblancos están jugando más mal que bien y solo un error grosero de Lekue y la fe, corpulencia y calidad de Sorloth, que regaló a Correa el gol de la victoria, permiten hacer un análisis objetivo desde la tranquilidad de la victoria y no desde el drama de la necesidad que hubiera supuesto estar a seis puntos de un Barca intratable con solo cuatro jornadas disputadas.
El delantero noruego se está ganando la titularidad a pulso, siendo el jugador de mayor aportación en relación con los minutos jugados, muy lejos del rendimiento de estrellas como Julián Álvarez o Griezmann, que no terminan de tener presencia en el juego del equipo.
Quizá tenga bastante que ver el sistema 5-4-1 empleado en el segundo tiempo en San Mamés, con el equipo viendo la portería rival desde la lejanía y con demasiado espacio hasta ella para que los buenos puedan brillar como mejor saben.
Quizá sea una utopía o pedir demasiado teniendo en cuenta que el entrenador está pensando más en defender que en atacar, pero como soñar es gratis, ver a los tres atacantes juntos en un 4-3-3 desde el inicio y durante más de cinco minutos sería un sueño hecho realidad.