No había Photoshop ni filtros de Instagram. Pero sí un pincel algo desafortunado para retratar a la abulense más universal. Al menos a ojos de la propia interesada. «Dios te perdone fray Juan, que ya me pintaste fea y legañosa...». El rapapolvos de la santa de Ávila al carmelita que se lanzó a replicar su rostro podría ser enmendado cinco siglos después. La apertura de su sepulcro este 28 de agosto permitirá, entre otras cuestiones, analizar sus rasgos faciales con tal minuciosidad como para elaborar un perfil más acertado gracias a las nuevas tecnologías.
«Se procurará realizar la aproximación más fidedigna posible al verdadero retrato desanta Teresa de Jesús, como ya se hizo también en 1991 con San Juan de la Cruz, cuando se hizo un estudio semejante», expone el prior carmelita de Alba de Tormes, el padre Miguel Ángel González. Esto no significa tirar por tierra el lienzo de fray Juan de la Miseria. «Sabemos que la santa posó para el retratista, pero también sabemos que el religioso no era un pintor demasiado especializado en estas artes», admite el superior de la comunidad salmantina sobre la obra que se conserva en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Sevilla, que presenta a la autora de «Las Moradas» de medio cuerpo, con el hábito y capa del Carmelo.
No en vano, este cuadro es referencia para quienes han revisitado la iconografía de la abulense más universal. «Hay una colección de grabados realizada en Amberes en torno a 1600 y se fijan en ella artistas de la talla de Rubens, Velázquez o Alonso Cano», explica González a LA RAZÓN, que pone en valor a Carreño de Miranda, una obra que destaca por el conmovedor arrebato de la Santa mirando al cielo.
Ayudará a esta reconstrucción, la descripción detallada que hizo de ella María de San José, hija predilecta de la monja reformadora. Así, escribió que «tuvo en su mocedad fama de muy hermosa y hasta su última edad mostraba serlo».Según esta religiosa, su rostro era «extraordinario, y de suerte que no se puede decir redondo ni aguileño», con la frente «ancha e igual y muy hermosa». Incluso expone que tenía las cejas «de color rubio oscuro con poca semejanza de negro, anchas y algo arqueadas», con ojos «negros, vivos y redondos, no muy grandes, más muy bien puestos», y su nariz «redonda» y «disminuida hasta igualar con las cejas formando un apacible entrecejo».
Pero si algo dará pistas clave para elaborar el retrato es la incorruptibilidad de su cuerpo. «Hemos comprobado que está en las mismas condiciones que en la última apertura de 1914», al igual que en la anterior que fue en 1750. Así lo certifica el postulador del Carmelo Descalzo, Marco Chiesa, sobre el intenso estudio que ya se realiza sobre el cuerpo que se conserva en Alba de Tormes, como sobre las dos reliquias mayores -el corazón y un brazo-, a los que se ha sumado la mano que custodian las carmelitas de Ronda.
Examinar el cadáver será de especial importancia porque las fotografías de hace 110 años eran en blanco y negro. En palabras del postulador, «no hay color, no hay color de la piel, porque la piel es momificada, pero se ve, sobre todo en la mitad de la cara. Se ve bien. Los doctores expertos, ven casi claramente el rostro de Teresa».
Además de los datos sobre la cara de Teresa de Ávila, la primera aproximación ya les permiten avistar otros datos sobre su salud, sabedores de que ella misma contó que en los últimos años le costaba andar. «Analizando el pie en Roma, vimos la presencia de espinas calcáreas que hacen casi imposible caminar, pero ella caminaba», analiza Chiesa.
Tras la primera fase de estudio de las reliquias que finalizó este viernes, el equipo médico ha compartido que Teresa de Jesús tenía «una complexión física muy frágil» y «al menos durante los últimos años caminaba muy encorvada como consecuencia de una cifosis». También sufría reuma, artrosis en la rodilla izquierda y fascitis plantar que le debía causar mucho dolor, pero se ha descartado que padeciera osteoporosis.
Respaldo vaticano
Todo este examen de los restos mortales cuenta con la aprobación del Dicasterio para las Causas de los Santos. De hecho, la Santa Sede es especialmente cuidadosa a la hora de garantizar que tanto el examen canónico como el estudio científico se realice para que no se perjudique lo más mínimo la integridad de los restos. De hecho, el sepulcro solo ha permanecido abierto tres días.
«La aportación de todos los especialistas nos acercarán a un conocimiento aún más profundo de la persona y de la figura de Santa Teresa de Jesús», relata convencido Miguel Ángel González, que subraya la importancia de valorar «su estado de conservación y poder recibir algunos consejos para que se pueda conservar su sepulcro y sus reliquias de una manera aún más digna de lo que ya están conservadas. Y la última razón, que aunque la digo la última, es la más importante, es la razón espiritual».
Su ejemplo hoy
En este sentido, comparte que, «conociendo mejor a esta gran mujer que es patrimonio de la humanidad, es decir, que llega a todos y a nadie deja indiferente, pudiéndonos acercarnos a ella desde múltiples perspectivas con nuevos datos, tendremos más posibilidades de seguir más estrechamente, su propio camino de santidad y de seguir su ejemplo en la actualidad que vivimos hoy». Muestra de ello es el fervor con el que se vivió la jornada de apertura del sepulcro. El prior de Alba de Tormes expone que se trasladó «con austeridad y solemnidad los relicarios al lugar habilitado para el estudio, lo hicimos cantando el ‘Te Deum’ con el corazón lleno de emoción».
Eso sí, el prior recuerda que el hecho de que un cuerpo permanezca incorrupto «no es condición ni necesaria ni indispensable de santidad», pero apunta que «sí es importante, porque el cuerpo de los Santos, como también el cuerpo de todos los bautizados, es templo del Espíritu Santo de Dios».