Antes de
la invención de la imprenta, los códices medievales eran los venerables depositarios del conocimiento, cuidadosamente manuscritos por monjes y eruditos. Estos libros son obras de arte, muchos de ellos cuentan con miniaturas muy detalladas y encuadernaciones elaboradas que destacan su importancia tanto artística como historiográfica. En este artículo, nos adentraremos en cómo estos documentos han ido más allá de la mera conservación de textos religiosos e históricos para revelar la dinámica interacción entre la fe y la percepción histórica en la
Edad Media, ofreciendo así un espejo único donde observar el reflejo del pensamiento y la cultura de un tiempo pasado.
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