La ministra Hania Pérez de Cuéllar ha tenido a bien pedir a la ciudadanía “orar y rezar” para que las autoridades no caigan en la corrupción. Esto, dicho en el estrado de una presentación pública, resulta casi una confesión de parte en palabras de quien encabeza un sector a cargo de la gestión de millones de soles.
Esta invocación, que podría ser anecdótica, nos lleva a recordar algunos casos en los cuales tendríamos que dar una rezadita retroactiva por la conciencia de la ministra Pérez de Cuéllar. Recordemos algunas de estas nada piadosas situaciones ocurridas en el Ministerio de Vivienda bajo su gestión, que ameritan un par de rosarios.
La primera tiene que ver con el presunto favorecimiento al director del programa de Saneamiento Urbano, Jonatan Ríos, quien según indicaron varios medios de comunicación, no cumplía con los requisitos para ocupar el puesto y fue contratado en un proceso convenientemente veloz.
La segunda tiene que ver con el pago de S/27.000 soles en favor de un entrenador personal, quien tenía la función de acompañar en “pausas activas” al personal del MVCS. ¡Aleluya!
La tercera y más delicada se relaciona con los contratos ganados por consorcio WAS Lima en Sedapal, que ascienden a más de S/840 millones. Este consorcio está conformado por dos empresas transnacionales, que pertenecen a un gremio que encabezó Hania Pérez de Cuéllar, desde la Cámara de Comercio Peruano Francesa entre los años 2022 y 2024. Dios nos pille confesados.
Sumemos a todo esto la curiosa imagen de la señora siendo cargada en andas en Piura para cruzar una zona inundada, cual virgencita en procesión. Oremos, pues, por la señora ministra, para evitar caídas y recaídas en corrupción.