No sé si llegará el día en que las escuelas desaparezcan. Quiero pensar que no pero, si la tecnología y la ciencia más impersonal e inhumana, el algoritmo y la IA, llegasen a tomar el control absoluto de ese trabajo que es, para algunos, para aquellos maestros que no han perdido pasión ni vocación, tan necesario como el respirar, se correría el riesgo de aniquilar todo vestigio de lo que Josep Maria Esquirol con tanto mimo y cuidado pone de relieve en La escuela del alma. De la buena forma de educar a la manera de vivir (Ed. Acantilado), bajo nueve preceptos (Felices los que van a la e ...