«Nací encima de una rotativa», solía comenzar su encendida defensa del periodismo ante cualquiera que quisiera escucharlo Santiago Rey Fernández-Latorre, que este miércoles, a tres días de celebrar su 86 cumpleaños, fue despedido por cientos de personas en la capilla ardiente del museo que lleva su nombre, entre la moderna planta de impresión que cada día lanza miles de ejemplares y una vieja linotipia del siglo XIX que siempre fue una de las piezas preferidas del presidente y editor de 'La Voz de Galicia'. Nacido en La Coruña en 1938 , su futuro estuvo claro desde el principio. Era nieto del fundador de 'La Voz', Juan Fernández Latorre, e hijo de Emilio Rey, que fue director del periódico durante varios lustros. Tras cursar sus estudios, entró en plantilla del periódico en 1961. Siempre le gustaba recordar que tenía la nómina más antigua de la empresa. Pasó por casi todos los departamentos y durante muchos años era capaz de llamar por su nombre a la mayoría de sus empleados. Asumió la gerencia en 1963 e inició una profunda transformación de la empresa que fue clave para convertirla en la cabecera líder de la comunicación en Galicia y en una de las más influyentes. Suya fue la apuesta por la descentralización de la redacción y la creación de las ediciones, que multiplicó la cercanía a los lectores y la capacidad de atender todas sus demandas de información. Su capacidad para anticiparse a los tiempos y a los movimientos empresariales de la competencia le permitieron liderar las numerosas transiciones que la prensa ha sufrido en todos estos años. Su curiosidad le servía para conocer la más moderna tecnología y para atender sus dos grandes desafíos: la creación de una masa crítica bien informada en Galicia y llegar al último rincón de la Comunidad para que todos los ciudadanos pudieran disponer de la mejor información . No es casual que en su despacho ocupara un lugar preferente el mapa más antiguo de Galicia conocido, el llamado de Fontán. Porque Galicia fue su segunda pasión tras el periodismo . Los grandes retos de la Comunidad fueron el eje de su trabajo: las infraestructuras, el empleo, la promoción de la cultura gallega y las demandas de un trato justo presidieron sus numerosos artículos. Las reivindicaciones de los ciudadanos siempre estuvieron por encima del color político que gobernara. Y eso le granjeó críticas e incomprensión de unos y otros, pero cubrió con un manto de libertad a una redacción a la que no dejó de acudir ni en los peores días de la pandemia. Por el camino, además de la consolidación de 'La Voz de Galicia', bajo el mando de Santiago Rey se ha puesto en marcha también una fundación encargada de velar por el patrimonio y la historia de la empresa. Aunque algunos le han despedido como un empresario, en realidad Santiago Rey nunca tuvo ningún otro interés que no fuera 'La Voz de Galicia'. No solo en el periódico, sino en la web líder en la Comunidad, en Sondaxe, el referente demoscópico del norte de España, o en la productora audiovisual que ha firmado muchos de los principales éxitos del sector en Galicia. «Nací para ser editor y desprecié todo lo que no fuese eso. He dejado aquí mi vida», manifestó en la celebración de su 80 cumpleaños con la plantilla del periódico . Y añadió: «Sois vosotros los que vais a decidir si queréis sobrevivir y conservar el legado que os doy. Voy a intentar seguir haciéndolo de forma que podamos conservar un fenómeno genial: 'La Voz de Galicia'. Continuaremos siendo independientes». He tenido el orgullo de trabajar los últimos 28 años bajo las órdenes de Santiago Rey Fernández-Latorre en distintas funciones y si algo recordaré siempre es su curiosidad y sus ganas de luchar por un periodismo mejor cada día. A mi generación le enseñó que se podían bordear las presiones de la dictadura, los intentos de censura de los golpistas del 23F o las sibilinas amenazas de políticos y dirigentes sociales mediocres que se amparaban en el falso ruido de la masa para intentar condicionar a un editor ejemplar. A los que queremos el periodismo, nos toca defender esa herencia . Lo intentaremos con orgullo y entusiasmo y sin olvidar que la verdad siempre nos hace más libres.