En la salud y en la enfermedad, y hasta que la muerte los separe; así fue el matrimonio entre el folclorista Lencho Salazar y Ana Solano. Con motivo del Día de los Enamorados, en el 2018, Lencho le dedicó a doña Ana, con quien se casó en 2015, un sentido mensaje de amor. Ella fue su cuidadora hasta su fallecimiento, este miércoles 28 de agosto.
“Siempre habrá amor, no del de novios, sino que pasaron los novios, vino el matrimonio y no se aburrió la pareja y siguió amándose más. Es un mensaje para que el que esté en pareja y con ganas de casarse, más bien se afirme”, dijo en un audio.
Además, aprovechó para dirigirse a “los enamorados que están en candela” y pensando en su futuro; a quienes les aconsejó amarse y no rechazar nada.
“Si usted está enamorado demuéstrelo con hechos, dígale: ‘Mi amor, te amo más que ayer’ y así ella contesta: ‘Yo también te amo más que ayer’. Encendamos más esta vela de cariño que alcance hasta para los futuros que vengan”, continuó en su mensaje.
Lencho Salazar y Ana Solano se conocieron hace más de una década, cuando Salazar se encontraba en un albergue en Atenas.
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Allí, Solano había ido a visitarlo, pues sentía gran admiración por el artista costarricense, y al ver el estado en que se encontraba se ofreció a ser su cuidadora. Lencho aceptó y se mudaron a la casa del músico en La Garita de Alajuela, donde vivieron entre cuidados y amor durante 9 años.
“Yo se lo prometí a él. Cuando me lo encontré triste (en el albergue) le dije: ‘Lenchito, si usted es tan valiente, se va a su casita, me llama y yo vengo a cuidarlo’. Él me dijo: ‘¿Usted haría eso por mí?’. Le dije que sí, que hasta más”, rememoró en entrevista con La Nación doña Ana, quien contrajo matrimonio con Lencho en el 2015.
“Para mí ha sido un privilegio cuidarlo porque él ha sido una persona muy linda, muy especial. Se da a querer. Es lo más lindo que me ha sucedido a mí”, añadió.
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En aquella entrevista, doña Ana dio detalles de la salud del folclorista y aseguró que no tenía ninguna enfermedad grave, pero que algunos días no gozaba de lucidez mental. Además, agregó que dormía durante el día y se mantenía despierto por la noche.
“Es difícil que él vaya a tener un cambio grandísimo. Tiene pocos, a veces no quiere comer, a veces un poquito más. Ya gracias a Dios ahora acepta más alimento. No come muchísimo, pero le gusta el arroz con caldo de pollo y las verduritas en puré”, relató.
La mujer, de 67 años, no cesó en su labor de cuidadora, la cual ejerció a pesar de que ella misma afronta varios problemas de salud desde hace años.