El líder supremo de Irán, Alí Jamenei, deslizó ayer que su país está abierto a retomar –una vez más– las conversaciones con Estados Unidos sobre el acuerdo nuclear que ambos firmaron en 2015. Bautizado como Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), el pacto, suscrito por otras cinco potencias occidentales, contemplaba la ralentización del programa nuclear iraní a cambio del levantamiento parcial de las sanciones que lastraban –y lastran aún hoy– su economía. Pero el expresidente estadounidense Donald Trump decidió romper de forma unilateral el acuerdo en 2018, y desde entonces Teherán avanza a marchas forzadas en el proyecto, registrando niveles récord de enriquecimiento de uranio, según la información recabada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El ayatolá Jamenei dejó caer, sin embargo, que en este momento no había «ningún obstáculo» para entablar de nuevo el diálogo con su «enemigo», en referencia a Estados Unidos, pese a la escalada de las tensiones con motivo de la ofensiva israelí en Gaza y el asesinato en Teherán del líder político de Hamás, Ismail Haniyeh. Motivos que hacen temer un ataque inminente de Irán y sus milicias afines en la región contra Israel.
Jamenei decide, pero no actúa en solitario. La postura renovada del líder supremo tiene mucho que ver con la llegada a la presidencia del reformista Masud Pezeshkian. El nuevo presidente prometió en campaña negociar con Washington y el resto de las cancillerías occidentales para aliviar el severo régimen de sanciones y, así, mejorar la vida cotidiana de los iraníes. El resultado de las urnas urnas avaló su agenda posibilista, torpedeada por su inmediato predecesor en el cargo, Ebrahim Raisí, fallecido el pasado mayo en un accidente de helicóptero cuando regresaba de una visita oficial en el vecino Azerbaiyán junto con su ministro de Exteriores.
El líder supremo iraní abrió ayer la mano, pero marcó de nuevo sus líneas rojas y lanzó una advertencia para el Gabinete de Pezeshkian. «No confiéis en el enemigo. No tenemos que poner nuestras esperanzas en el enemigo. Para nuestros planes, no debemos esperar la aprobación de los enemigos», zanjó Jamenei, que ve en Estados Unidos a un interlocutor en absoluto fiable que pretende sepultar el régimen nacido de la revolución de 1979.
Pezeshkian y Abbas Araghchi, el recién nombrado ministro de Exteriores, que ya participó en las conversaciones de 2015, podrán volver a sentarse en la mesa de negociaciones en Viena. Pero será Jamenei quien tenga la última palabra sobre la cuestión nuclear. El escenario es complejo. En una entrevista emitida esta semana en televisión, el propio Araghchi reconocía que las guerras de Ucrania y Gaza, además de las próximas elecciones estadounidenses, que pueden materializar el regreso de Trump a la Casa Blanca, alejan la posibilidad de renegociar el acuerdo.