Solo en 2022, en todo el mundo se produjo al menos 933 millones de toneladas de frutas frescas. De acuerdo con el portal de estadísticas Statista, estas cifras representaron un aumento de 10 millones de toneladas con respecto de 2021. De todo este gran volumen, hay una fruta que resalta entre las demás debido a sus altos niveles de consumo y su adaptación a distintas regiones como América Latina.
Según datos a de la Asociación de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en 2023, el plátano es considerado como la fruta más consumida o popular del mundo, con una producción de 19.52 millones de toneladas. Esta se dio gracias al arduo trabajo realizado en naciones latinoamericanas y a la exportación de estas a países como Estados Unidos, Rusia o China.
América Latina se ha consolidado como la región líder en la producción mundial de plátanos. La lista es encabezada por Ecuador, responsable de la exportación de más US$3.000 millones en el valor comercial de esta fruta. Le siguen naciones como Colombia, Costa Rica, que, según datos de la FAO, concentran el 77% de las exportaciones del mercado global, superando incluso a países asiáticos que tradicionalmente han sido grandes productores.
Los principales destinos de exportación del plátano latinoamericano son mercados altamente demandantes y exigentes. Entre ellos están Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Qatar.
Aunque el plátano es una fruta popularmente producida en América Latina, sus orígenes se remonta a las selvas del Sudeste Asiático. Hace miles de años, en las islas de esta región, una mutación genética dio origen a una variedad de plátano sin semillas, más dulce y fácil de cultivar. Los habitantes de la zona rápidamente adoptaron esta nueva fruta y la incorporaron a su alimentación. Con el tiempo, el cultivo del plátano se extendió por toda la región, convirtiéndose en un alimento básico para muchas culturas.
La introducción del plátano en América se atribuye a Fray Tomás de Berlanga, quien en 1516 llevó las primeras plantas desde las Islas Canarias hasta Santo Domingo. A partir de ahí, su cultivo se extendió rápidamente por el continente, llegando a Tierra Firme en 1526 y al Perú en 1553. Tal fue su proliferación que los conquistadores lo utilizaban como señal de la presencia española en nuevos territorios.
