Un Atlético de Madrid con buenas intenciones suma la primera alegría en casa gracias a un Griezmann que reivindica su lugar en el ataque, exprime la efectividad y tapa ciertas inconsistencias atrás. Sonríe el Metropolitano con un partido correcto y cómodo, portería a cero, con un Julián Álvarez sobre el que quieren que gire todo, al unísono con el francés, y un Gallagher que ya se ha ganado al personal. El argentino regaló los primeros 'uys' con un disparo cruzado en el primer minuto, las protestas al ser protagonista de un posible penalti que ni siquiera él reclamó, y algo más de pólvora en los últimos instantes. Pero se quedó corto para todo lo que ha desatado. Ese primer disparo de Julián Álvarez fue un chispazo de adrenalina que no encontró continuidad. El protagonismo del primer tramo se lo llevaron las dudas en la zaga rojiblanca, y un mayor control del balón por parte del Girona, solo rota la tranquilidad con una ocasión de Oriol Romeu que se pasó de solidario y no pudo terminar la jugada ante Oblak . Le costó encontrar el ritmo al Atlético. Pero se despertó a lo grande, con un Griezmann que defiende su lugar en el corazón del Metropolitano, que no acertó entre los tres palos en su primera intervención, pero sí acertó a levantar a los suyos, más activos y con más claridad por el carril izquierdo para llegar al área rival. Ahí la tuvo también Lino, aunque sin contundencia en el remate ante Gazzaniga . Fueron los minutos más atléticos, buenas maneras, posesión del balón, pero sin puntería en la diana. Y atrás, los mismos problemas: dudas, imprecisiones e indecisiones que metieron el miedo en el cuerpo con un cabezazo de Tsygankov. Sin demasiados agobios atrás, el Girona iba ganando tranquilidad y metros, y esperaba agazapado su oportunidad. En un partido sin control y sin liderazgo, fue un error lo que desequilibró el choque: Gazzaniga se despistó con el bote de un balón y ante el acoso rojiblanco tocó el balón con la mano fuera del área. Amarilla y una falta peligrosa que, cómo no, convirtió Griezmann en la primera alegría de la noche y del curso en el Metropolitano. No fue el gol de la tranquilidad, con un Girona que se lanzó sin miedo a buscar el empate abriendo con las botas de Abel Ruiz más grietas en la confianza de la retaguardia atlética. Fue Oblak quien aportó cierta calma atrás, lo que permitió que el francés continuara regalando esperanzas entre los parroquianos y ocasiones entre sus compañeros. Como el pase de tijereta que ofreció a Llorente para que este fusilara por el centro tras un carrerón justo al inicio de la segunda mitad. Doble emoción, que se convirtió en triple con el estreno de Gallagher , ovación para el británico, que también se entregó en los últimos minutos para ir encontrando su lugar con varias cabalgadas. Por ahora, llega a un Metropolitano eufórico, que suma los tres puntos más por efectividad que brillantez, más por destreza al ataque que por solidez atrás, donde llegaron más escalofríos con Miovski, y que se apagaron con el tercer gol de Koke. Funciona la pólvora, ilusiona Griezmann, emociona Gallagher y se da tiempo a que Julián Álvarez se haga más líder.