El ex primer ministro libanés Salim Hoss murió este domingo a los 94 años, anunció el jefe del gobierno, Najib Mikati, que lo calificó de "conciencia de Líbano".
Hoss murió "en el momento más difícil y delicado, en el que Líbano necesita de su conciencia, de su sentido nacional [...], de su sabiduría [...] y de su buena gestión de los asuntos públicos", afirmó Mikati en un comunicado.
Líbano, sumido en una profunda crisis económica, atraviesa una parálisis política por los diferendos entre el bando del movimiento Hezbolá, pro-Irán, y sus adversarios, que impiden desde hace dos años la elección de un presidente de la República.
La violencia en el sur del país entre el poderoso movimiento Hezbolá e Israel, en un contexto de guerra en la Franja de Gaza, amenazan además con desembocar en una guerra generalizada.
Salim Hoss dirigió varios gobiernos en periodos difíciles de la guerra civil libanesa (1975-1990), sobre todo a finales de los años 1980, en un momento en el que el país no tenía jefe de Estado.
Hoss siempre se presentó como un hombre de Estado apegado a las instituciones, en un país donde impera el clientelismo, en el que la pertenencia a una comunidad o a un grupo político u otro prima a menudo sobre el interés nacional.
Nacido en 1929 en una familia de la burguesía musulmana sunita de Beirut, se doctoró en Economía y Gestión en la universidad estadounidense de Indiana.
Según el sistema de repartición de poderes de Líbano, el presidente de la República debe ser un cristiano maronita; el primer ministro, un musulmán sunita y el presidente del Parlamento, un musulmán chiita.
