Al frente de la entidad referente del constitucionalismo en Cataluña, Elda Mata preside Sociedad Civil Catalana (SCC) desde marzo de 2022. Para ABC valora el momento político tras la investidura de Salvador Illa y el acuerdo entre el PSC y ERC. Se niega a caer en la frustración tras el arranque de una legislatura cuyos primeros pasos, reconoce, no son esperanzadores, tanto en los gestos como en lo acordado con los republicanos. Pese a ello lanza un mensaje, casi a modo de ruego, al nuevo 'president': «Está en sus manos propiciar el cambio que reclama Cataluña». –La primera pregunta es obvia. ¿Cree que el pacto PSC-ERC frustra la esperanza de cambio en Cataluña? –No, porque no queremos normalizar el hecho de que cuando hay la oportunidad de tener un gobierno no nacionalista o independentista se acaben adoptando sus políticas, como ha sucedido en otras ocasiones. La diferencia con respecto a los últimos años es que tras las elecciones de mayo, en el nuevo Parlament no hay la opción de un gobierno nacionalista/independentista mayoritario, y está en las manos del PSC y de Salvador Illa aprovechar esta oportunidad. Es su responsabilidad ser realmente fieles al Estado y a las instituciones, aunque por lo que estamos viendo hasta ahora, va a ser difícil. Pero no, yo no usaría la expresión frustración, tenemos que continuar con la que consideramos que es nuestra obligación, que es pedir que se cumplan las leyes, que haya justicia democrática en Cataluña y que no prosiga esta exclusión permanente del que se considera disidente o fuera de la tribu. La oportunidad, y responsabilidad, del PSC es mucho más grande porque el nacionalismo ya no tiene mayoría en el Parlament. –El PSC recuerda que su pacto con ERC es de investidura, no de legislatura, pero lo firmado es casi un programa de gobierno: financiación singular, consejería de Política Lingüística... –Lo primero que vemos es que, igual que la investidura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue prácticamente escrita por Junts, ahora en el Parlament es Esquerra Republicana la que escribe el guión. Oigan, ¿qué quieren para votarme? ¿Un concierto económico que quiebra la igualdad entre los españoles? ¿Proseguir con la marginación del castellano en la escuela? Pues se lo doy. Esta cesión total que hemos visto tanto en el Gobierno como en la Generalitat continúa siendo una burla al ciudadano. Ya no es que los partidos no cumplan con su programa electoral, sino que prometen de manera solemne no hacer algo porque aseguran que no es legal o quiebra la igualdad, para después hacerlo si necesitan los votos. Hablamos de la amnistía, del concierto económico... Algo no estamos haciendo bien en España. Esta no es la democracia que votamos en la Transición, sino un sálvese quien pueda. –El argumento del PSC y del PSOE es que el bien mayor de la «pacificación» de Cataluña justifica estas medidas. –Esto sería verdad si hubiese una lealtad al estado de Derecho y al marco jurídico, pero no, esta pacificación entre comillas fundamentalmente se basa en la sumisión de los que estamos excluidos, los que estamos fuera de la tribu... –¿Hay o no hay normalización? –Este discurso de la recuperación de la convivencia no es creíble. Mira, nos dicen, ya no hay tantas banderas esteladas. Eso forma parte de una estrategia, y no quiere decir que las personas hayan cambiado. Sí hay un sector dentro del nacionalismo que está desencantado, no tengo ninguna duda, pero esto no quiere decir que haya pacificación y convivencia en absoluto. Cuando vas a una comida y sale el tema político, quien es nacionalista puede permitirse unas expresiones que si los constitucionalistas replicásemos ya sabemos cómo acabaría ese encuentro. No es pacificación, es sumisión. La herida sigue abierta, y que lo quieran vestir de convivencia solo por el hecho de que nos nos pegamos por al calle no es sensato. Todavía estamos las asociaciones teniendo que luchar para poder usar el castellano con normalidad. –Pues no avanzamos. Por las mayorías sociales que se dan es inviable ahora un Govern sin el concurso del PSC o de un partido independentista. –Sí, cierto, pero una democracia es el gobierno de las mayorías con respeto por las minorías. Lo que no es razonable es que por que te faltan tantos diputados para gobernar asumas el ideario de ERC y les concedas todo. Lo grave es que esta situación anómala que vivimos en Cataluña la hemos contagiado al conjunto de España. Cosas que antes no se consideraban normales, ya lo son. Quizás la normalización que nos vendan sea esto. –Respecto a la figura de Salvador Illa, no sé si tiene un sentimiento agriducle por lo que antes explicaba. Illa ha estado muy cerca de SCC, y de hecho el independentismo le acusa de representar al PSC más españolista. –Lo que me genera la figura de Illa es un sentimiento de exigencia. Precisamente porque Salvador Illa tiene esta trayectoria tiene ahora esta responsabilidad que antes le decía, puede representar un cambio real en Cataluña. Tiene esta enorme responsabilidad. No se lo pediría a Pere Aragonès o a Quim Torra, que ya sabemos que buscan la división, la separación. Illa no. Cierto que las primeras señales son preocupantes, pero el propio Illa y los consejeros de su gobierno con perfil similar al suyo tienen la oportunidad de propiciar el cambio y revertir la decadencia de Cataluña. ¿Lo harán o acabarán desplegando el programa de ERC? Veremos. –Lo que pueda o no hacer Illa también depende de lo que necesite Pedro Sánchez. –Absolutamente, está condicionado por lo que pase en el Congreso de los Diputados. Illa tiene la personalidad para marcar perfil si él quisiera, aunque no lo ha hecho hasta ahora. Las primeras señales no son buenas. Por ejemplo, obviar el castellano cuando Illa lo usaba con relativa normalidad, arrinconar la bandera española o comprar el relato histórico que propone el nacionalismo.