El clásico semáforo de tres colores, una herramienta esencial para regular el tráfico en todo el mundo, podría estar cerca de una importante transformación. Investigadores de Estados Unidos han propuesto la adición de un cuarto color que cambiará la manera en que entendemos y seguimos las reglas de tránsito.
Esta propuesta, que ha despertado gran interés en el ámbito de la seguridad vial, busca mejorar la fluidez del tráfico y reducir accidentes en las intersecciones más concurridas.
El sistema actual de semáforos, basado en los colores rojo, amarillo y verde, ha funcionado durante más de un siglo, pero los cambios en la densidad del tráfico y el desarrollo de nuevas tecnologías han generado la necesidad de innovaciones. Según los investigadores, el cuarto color sería una adición estratégica para facilitar la adaptación de los conductores a las variaciones en el tráfico, especialmente en ciudades con alta congestión vehicular.
La propuesta sugiere que una luz blanca sirva como señal para que los coches autónomos sigan las indicaciones del vehículo que tienen delante, promoviendo un tráfico más coordinado y fluido. Esto contribuiría a reducir el tiempo que los vehículos permanecen detenidos en las intersecciones, lo cual disminuiría tanto el consumo de combustible como las emisiones contaminantes.
El color que se está estudiando es el blanco. Este color se encendería justo antes de que el semáforo pase de verde a amarillo, indicando a los conductores que el cambio de luz es inminente.
La introducción del color blanco tiene como objetivo disminuir el riesgo de accidentes causados por las decisiones apresuradas de los conductores cuando el semáforo cambia de color.
La implementación de un cuarto color en los semáforos podría tener un impacto significativo en la seguridad vial. Según los estudios preliminares realizados en simulaciones de tráfico, el uso del color blanco ayudó a reducir el número de accidentes en intersecciones peligrosas hasta en un 20%. Además, los conductores reportaron sentirse más preparados para el cambio de luces, lo que les permitió tomar decisiones más seguras y menos apresuradas.
No obstante, la introducción de este nuevo color también plantea desafíos. Se requeriría una campaña de educación pública masiva para asegurar que todos los conductores comprendan el significado del color blanco y su función en el flujo de tráfico. Además, la adaptación de la infraestructura actual para incorporar un cuarto color podría ser costosa y llevar tiempo.
El concepto de añadir un cuarto color al semáforo tradicional es una propuesta innovadora que tiene el potencial de mejorar la seguridad vial y la fluidez del tráfico. Aunque aún está en fase de investigación y pruebas, la introducción del color blanco podría representar un cambio significativo en cómo interactuamos con las señales de tráfico. Si bien su implementación a gran escala requerirá tiempo, inversiones y educación, los beneficios en términos de reducción de accidentes y mayor seguridad para los conductores parecen prometedores.