CUANDO, en una novela, uno lee que a un personaje se le «corta la respiración», la sensación de distancia es inevitable: el recurso del lugar común desenmascara a un narrador perezoso. Sin embargo, he de reconocer que a lo largo de mi vida ha habido algún momento en el que este tópico se ha consumado. Muy especialmente, dos: con Sharon Stone en Instinto Básico y con Monica Bellucci en Malena. Aunque en el caso de la Bellucci, siendo honestos, estos cortes respiratorios han sido recurrentes. No me pondré empalagoso para no aburrir, tan solo diré que la Bellucci es lo más parecido de nuestro tiempo a esos iconos eróticos atemporales —Loren, Lollobrigida, Magnani— por los que la generación de nuestros...
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