El primer día de temporada en casa es especial. Es gozosa la sensación de llegar al estadio y comprobar la animación general, así como superar el vomitorio y que tus ojos choquen por primera vez con el flamante verde del campo atiborrado de trajín y alegría. Sentarte en tu localidad supone rememorar en cierta medida el recuerdo de volver al pupitre del cole en septiembre, y saludar a los compañeros de bancada también tiene ese aroma de optimismo y nerviosismo propio del inicio del curso escolar. Venimos, un año más, a ejercer el sevillismo. Otra cosa será comprobar cuánto de diversión y cuánto de sufrimiento comporta ese ejercicio. El curso deportivo empezó ayer enrarecido. Como si el colegio aún estuviera...
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